martes, 3 de junio de 2008

Homosexualidad en Cuba: Tan raros como los demás Por Julio César González Pagés.

Entre las masculinidades que han sido objeto de todo tipo de discriminación, en Cuba, ocupa el primer plano la de los homosexuales. Desde el siglo XVIII, los primeros periódicos de la isla ya estigmatizaban a esta opción sexual. El término de homosexual desde el siglo XIX ha condenado de forma injusta a quienes prefieren variantes sexuales ajenas a la heterosexualidad, opción que si goza de una total aceptación y muchos al asumirla se vanaglorian de su condición de macho hegemónico. Las personas homosexuales serán juzgadas como flojas, débiles, femeninas, amaneradas. Tales atributos denotarán poca confiabilidad para ejercer determinadas profesiones, sobre todo las relacionadas con decisiones de poder. Este comportamiento está generalizado en todas las sociedades latinas, con una fuerte raíz homofóbica.

Un tema tan polémico para el contexto cubano como el de la homosexualidad abre una caja de Pandora que siempre ha estado tapada muy celosamente en la Historia de Cuba, como si no existiera el asunto. Textos como La maldición (1998), escrito por el investigador Víctor Fowler, nos acercaron al asunto desde una perspectiva histórico-literaria. El autor refiere una serie de textos considerados por él fundacionales por corresponder a un período de constitución de nuestra cultura. Entre estos se encuentran los atribuidos al presbítero José Agustín Caballero para el Papel Periódico de la Havana; uno de ellos: “Carta critica del hombre- mujer”, del 10 de abril de 1791, donde se identifica la problemática de la masculinidad con el de la homosexualidad masculina, el texto dice:

“¿Quien podrá contener la risa cuando ve á un hombre barbado gastar la mayor parte de una mañana en peinarse, ataviarse y en ver copiada su hermosura en un espejo, cuál lo practica la Dama mas presumida? (...) A la verdad, yo no sé como hay Mujer que admita á su trato a semejantes avechuchos. Ellos representan el papel de Gallos entre las Mujeres, y de Gallinas entre los Hombres, al paso que de estos merecen la compasión, cuando de aquellas el desprecio”

El filósofo cubano Caballero diseña una masculinidad en la que vincula la feminización de los hombres con problemas contra la patria:

“Pregunto ahora ¿Si se ofreciera defender a la Patria, que tendríamos que esperar en semejantes Ciudadanos o Narcisillos? ¿Podrá decirse que estos tienen alientos para tolerar las intemperies de la Guerra? ¿Como han de ser varones fuertes y esforzados, decía Séneca, los que así ostenta su ánimo mujeril y apocado ?Desengañémonos, el que se cría con música, bailes, regalos y deleites, forzosamente degenera en femeniles costumbres”

Si tenemos en cuenta que estas palabras le son asignadas a uno de nuestros primeros pensadores , constatamos como se está construyendo la masculinidad de una nación en base a exclusiones de aquellos que no cumplan estos requisitos .En la décima con la cual cierra su texto nos advierte el peligro que implica asumir rasgos de feminidad para los hombres :

Infeliz Afeminado
Que merece este nombre
. por que de carácter de Hombre
tu mismo te has degradado
Sigue tu camino errado,
Y juzga como delicia
La más notoria estulticia
Pero no te has de montar,
Si te dicen al pasar
Augur mi Doña Dionisia


Si la feminidad en los hombres implica rechazo, la masculinidad para las mujeres no deja de tener consecuencias lesbofobicas En opinión de la filóloga italiana Analisa Mirizio el vestido masculino es parte del rol sexual y a la par de otros factores, es el producto de un aprendizaje social; que un hombre se vista de hombre es lo normal, más que una mujer lo haga es un ataque a la virilidad masculina y a la moral establecida. Resulta probable que esta opinión prevaleciente determinara que el 17 de febrero de 1822 se abriera un expediente judicial con el título de “Criminales contra Enriqueta Favez por haber andado disfrazada en traje de hombre” que se encuentra ubicado en la actualidad en un fondo del Archivo Nacional de Cuba (ANC). Más allá del caso en sí, que fue de los más escandalosos procesos judiciales sucedidos en Cuba en la primera mitad del siglo XIX, cabe preguntarse ¿qué violaba Enriqueta para ser juzgada? Primero que todo, el espacio público del poder masculino.

Enriqueta Favez fue una médica suiza que instalada en la villa de Baracoa para ejercer la medicina; se atreve a establecer una relación lésbica con una mujer de la zona llamada Juana de León. La lectura del expediente criminal nos habla de varias contradicciones en aquel vínculo inusual, pero lo que nos interesa es el análisis sobre la masculinidad y, sobre todo, cómo en las declaraciones todo el tiempo se juzgaban las características biológicas que definían su no masculinidad. La supuesta esposa engañada declaró que “empezó a espiar sus movimientos hasta que una vez dormida se descuido, pude descubrirle los pechos de una mujer, no como quiera abultados, si no por su configuración dan a conocer que ha alimentado algunas hijos”.

El hecho que una mujer en esta época fuese médica constituía de por sí un delito. Pero además que se atreviera a violar los designios de la iglesia y mantener una relación condenada como antinatural, hicieron del juicio de Enriqueta, representación fiel de un tribunal de la Santa Inquisición al llamarla monstruo, criatura infeliz, y descargar sobre ella todo tipo de improperios. En realidad más que juzgar la situación de víctima- victimario afloraba todo el andamiaje seguido para demostrar la falsa masculinidad de Enriqueta Favez por lo que Juana pide lo siguiente:

que se prestase juramento sobre le sexo e impotencia física del que se nombra Enrique Fabez disponiendo con su merito que se conduzca esa criatura a esta ciudad y a presencia del tribunal sea reconocida por dos facultativos que al efecto lo haga desapropiarse de los vestidos y que cuando se le desvista para deducir lo demás se convenga previa la seguridad con que debe mantenerse en la cárcel publica , hasta que otra cosa se determine conforme a justicia que pido en costos jurando no proceder con malicia y cuando fuera necesario.

El caso no es el único dentro del mundo colonial español. Otros países como Colombia también celebraron juicios por esta causa como es el seguido, en 1745, en Popayán, contra dos mujeres acusadas de sodomía femenina. En la Habana, noventa y tres años después del caso de Enriqueta Fabez, la escritora puertorriqueña Luisa Capetillo fue arrestada por usar “ropas que son solo para hombres”.

En opinión del profesor Rodrigo Andrés los historiadores posestructuralistas han apreciado el hecho de que en diferentes momentos históricos se obtiene diferentes tipos de valoraciones sobre los homosexuales y las lesbianas. Para estas opiniones han sido muy importantes las diferentes prácticas discursivas que no solo las nombran, sino que de hecho las crean. La medicina y su función “higienizadora” de la sociedad fue la causante de muchos de las polémicas hacia la diversidad sexual.

Por ejemplo, en 1875, en Alemania, un médico de apellido Marx, fue uno de los primeros científicos en pedir que se suprimiera del Código Criminal la orientación sexual. Para ello creaba un nuevo termino denominado Urnings el cual refiere como persona de una naturaleza muy particular de género hombre – mujer. De este modo intentaba una justificación médica al fenómeno. Para este científico el tercer género busca “desde la infancia (...)la sociedad y los juegos de las niñas; adultos, se distinguen por su timbre de voz femenina y una gran timidez de carácter Cualquier cosa los abochorna, los asusta y les hace subir la sangre al rostro ; les repugnan todos los ejercicios violentos ; por el contrario, tienen gusto pronunciado por los trabajos de aguja , marcada preferencia por las costumbres de señoritas , las sortijas , las cadenas , las flores y los perfumes . Además manifiestan persistente repugnancia hacia las mujeres, no queriendo tener jamás con ellas contacto sexual”.

La obra fue objeto de la más severa crítica en Cuba por parte del Dr. Luis Montané, el cual la calificó como depravación moral. Durante el Primer Congreso Regional Medico de Cuba en enero de 1890, se mostró particularmente severo acerca de esta investigación:

¿Es esa obra, la de un loco? ¿No es esta, ciertamente, la opinión de Mr Marx, que se considera un sabio, un filósofo humanitario? Pero poco importa después de todo, que sea sabio ó loco; lo que es necesario conservar de su folleto, es que ha sido libremente vendido en Alemania y que en dicho país existe el vergonzoso vicio que nos ocupa.

Más adelante en su intervención el Dr. Montané ofreció detalles sobre una investigación de la homosexualidad en Cuba a partir del estudio de 21 casos –4 europeos y 17 cubanos. Los dividió en activos y pasivos según su conducta en la actividad sexual con el fin de resaltar la feminidad de los mismos. Llegó afirmar que “la prostitución masculina tiene la misma organización que la prostitución femenina (...) destacándose los nombres por los que se conocen La princesa de Asturias, la pasionaria, la Verónica, La Isleñita, Reglana, la camagüeyana, Manuelita, Albertina etc.”

Las descripciones médicas de algunos casos corroboran esta opinión:

“La camagüeyana tiene las nalgas completamente reunidas de modo a formar una masa global (...) , en el caso de Manuelita hemos podido observar el prolápsus de la mucosa , formando dos pequeños labios regulares, reunidos en su parte inferior y recordando clásicamente la vulva de una perra (...) La camagüeyana presentaba el ano cubierto con un paño de tela ordinaria ,probablemente para socorrer la incontinencia de materia fecal –en su afán por lo femenino algunos emplean este sistema con el objeto de simular un periodo menstrual –En la tentativa que hicimos de suspender una punta del paño el individuó dejo de escapar un grito penetrante , desplomándose y pudimos asistir a un ataque clónico de hísterio epilepsia ¡Nada más frecuente que los ataques de nervios en el mundo de los pederastas¡”.

Sabemos que una de las teorías médicas más discriminatoria para las mujeres del siglo XIX, fue la referente al útero histérico. En su planteamiento básico se argumentaba que ellas sufrían de histeria porque no tenían pene. El mismo comportamiento se le asignaba al homosexual hombre como una forma discriminatoria que lo aleja de la posibilidad de ser masculino y varón.

La homofóbia es una actitud vigente aún en la sociedad cubana y al igual que el machismo está arraigada a patrones culturales. El camino para socializar el debate sobre estos temas encontró terreno fértil con el estreno de una de las cintas más célebres del cine cubano. La exhibición de “Fresa y Chocolate “(1993) de los directores Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, visibilizó a un personaje homosexual hombre, como nacionalista y valiente. Se abrió con ello una polémica a nivel nacional, y el público cubano aceptó con beneplácito el filme.

A partir de entonces, otros productos comunicativos audiovisuales difundidos por la televisión cubana mostraron unas veces de manera tangencial y otras de forma más directa a personajes homosexuales. La nueva tendencia parece haber dejado atrás las contradicciones de los años 60 al 80, cuando una fuerte actitud homofóbica obligó a muchos homosexuales a marcharse del país.

No hay comentarios: