lunes, 17 de noviembre de 2008

Macho tropical o machos en “La Tropical”.Estereotipos masculinos que van más allá de la apariencia.

Por Maikel Colón Pichardo

En La Habana, Cuba, quien no conoce El Salón Rosado de La Tropical “Benny Moore”, que cubano, y porque no, de otros lugares del mundo, no ha movido sus caderas en esta plaza bailable la cual ha acogido a varias de las orquestas y músicos prestigiosos de la escena musical cubana de todos los tiempos, que a golpe de tambores, trompetas, de coros, en fin, de la buena música popular bailable, han hecho eco en varias generaciones de cubanos.

En los tiempos que corren, en donde se han impuesto otros estilos y gustos musicales, también “La Tropical”, como la conocemos todos, ha servido de escenario a disímiles manifestaciones. Peñas de rock, música electrónica y la llamada música fusión, también han tenido su espacio, y por supuesto que no podemos olvidar, a uno de los ritmos que ha contagiado a una gran parte del público “farandulero” de estos tiempos, el reggueton.

Pudiéramos pensar que todas estas manifestaciones a las que hemos hecho referencia son diferentes, y por supuesto, que estamos en lo cierto. De todas formas, lo que si hay que tener bien claro, es que en esta plaza bailable, sea timba, reggueton, sea rock, sea música electrónica, los hombres reproducen todos los patrones a los que están acostumbrados, por que hay que ser hombres y nada más. Sin embargo, muchas veces asumimos que en un espacio u otro se reproduce un estereotipo de hombre determinado. A los ojos de la sociedad, unos de un tipo, otros quien sabe, y así son tantas las fabulaciones y nos olvidamos, que efectivamente, como sugeríamos en el titulo, las apariencias engañan.

Sería bueno entonces adentrarnos un poco más a fondo en esta problemática y establecer una serie de juicios y criterios que al fin y al cabo nos hagan reflexionar para poder al final, como dijera uno de nuestros presentadores de televisión, sacar nuestras propias conclusiones.


Juntos pero no revueltos.

Esta es una frase que se acuña mucho dentro de los seguidores de la música popular, la timba, o el reggueton. Aquí, en “La Tropical”, se respira un aire de hombría extrema. Entre tragos, que se beben a pico de botella, los coros de las canciones que sugieren una conquista eterna y que validan los espacios masculinos: “donde están las mami que vengan a buscar su papi”, las broncas tumultuarias en las que se pretende mostrar la hegemonía. Son estas algunas de las dinámicas que mueven a los hombres, como los etiqueta la sociedad, a “los reparteros”, dentro de esta plaza bailable, casi un santuario, en donde pugnan por sentirse más hombres.

Los buenos bailadores, los que tienen más dinero, los que muestran sus cadenas, sus atuendos de oro. Alcohol, dinero, mujeres, violencia. Esto es lo que se vive en algunos de los grandes conciertos que nos brinda nuestro Salón Rosado de La Tropical “Benny Moore”. Un espacio en donde muchos hombres van a probarse, a demostrarse a sí mismos cuan hombres pueden ser, cuanto alcohol pueden beber, cuantas mujeres pueden conquistar, cuantas broncas pueden tener, cuanta violencia pueden generar.

En realidad son muchos los estereotipos masculinos que allí se promueven. Muchos de ellos estimulados por la construcción de ese modelo hegemónico dentro del que están presos. Muchos en este sentido son los calificativos al respecto. Hoy día, una invitación a un lugar como este supone cierto recelo. Hay quienes piensan en el populacho, quienes por desgracia, asocian este fenómeno a la marginalidad. No es interés nuestro abordar un fenómeno como tal, pero es bueno tener claro que aquí simplemente están convocados hombres y mujeres, de todos los estratos, de todos lo barrios y de todos los colores.

Creo que aquí, si estamos en presencia de un buen ajiaco, con todos lo ingredientes habidos y por haber, solo que en un intento de, una vez más, marcar el territorio masculino, porque aún cuando muchas mujeres hacen justa presencia en este lugar, reproducen muchos de los códigos masculinos que allí se promueven, y por desgracia son capaces de validarlos, pues, justamente, se interesan por los más bravos, los que de verdad demuestren cuan hombres pueden llegar a ser.

Esa es una de las razones por las que ahí mandan los hombres, fiel reflejo de la famosa canción “en mi casa la que manda es mi mujer”, porque fuera, dígase en este caso, “La Tropical”, aquí se manifiestan dueños del espacio, los grandes conquistadores, los que controlan y delimitan en la pista de baile, los proveedores de alcohol, de drogas, de cigarros, los que incitan al sexo. Los que en una verdadera demostración de hombría gritan a la par de los coros que imponen las orquestas.

En reiteradas ocasiones escuchamos: “quienes son los que mandan las mujeres o los hombres”. Las mujeres con grito angelical, alegan, las mujeres, los hombres con un chiflido, en una postura propia de machos, replican, los hombres. Y así se hacen sentir, dueños de la situación y con un apoyo importante de los músicos, quienes tampoco escapan a esta realidad, quienes también se muestran como machos hegemónicos, poniendo sus melodías y sus incesantes frases a sus pies, en beneficio propio.

Recordaba cómo uno de los cantantes de la popular orquesta Charanga Habanera, cuyo director David Calzado, estaba en el centro de la construcción de esa hombría, parafraseaba en una de las populares canciones de la orquesta, refiriéndose a las mujeres: “búscate un “temba” como Calzado, que tiene carro, que tiene hierba, que tiene juaniquiqui (dinero), y hasta una bicicleta”. Imagínense. Esto es lo que allí se promueve, se socializa, para la validación de estereotipos masculinos.


Harinas de otro costal.

Como ya habíamos comentado al inicio, en esta plaza, también se muestran en escena otras manifestaciones, como el rock y la música electrónica, entre otras. Sabemos que aquí prevalecen las ropas oscuras, de las que hacen gala los rockeros, el pelo largo, sugeriríamos, atrevidamente, otro tipo de masculinidades.

Por otro lado, la música electrónica atrae a los llamados “Emos”, o a los denominados metrosexuales . Aquí existen otras estéticas, o bien otros códigos. Ahora, las conductas de estos otros hombres no difieren mucho. Los hombres aquí también marcan su territorio, se muestran como “supermachos” ante las mujeres, beben alcohol para demostrar también cuán hombres pueden ser. Llevar las riendas en ellos no es tan diferente como muchos quieren hacernos ver.

Entre ellos también existe una lucha constante por demostrar quien es más hombre, quien lleva la voz cantante. Realmente no existe diferencia alguna. El escuchar rock o música electrónica no los aleja de un modelo de masculinidad que se proyecta entre los hombres en Cuba.

Muchas veces sucede que la música que escuchan lleva implícita en sus mensajes otras dinámicas, lo cual no significa que les sean ajena en el sentido de demostrar la hombría: conquistadores de mujeres, generadores de violencia, combinando su estética rockera, sus actitudes de “emo”, metrosexuales, con la reproducción de estereotipos masculinos de típicos hombres cubanos, los cuales deben prevalecer bajo cualquier circunstancia, porque como ya apuntábamos, hay que tener bien claro que hay que ser
hombre, y donde sino, que en la plaza bailable por excelencia del público habanero “La Tropical”.


Ni juntos ni revueltos, ni harina de otro costal.

Estamos ante dos públicos diferentes. Unos alegan que esos rockeros, esos “peluos” (pelo largo), para nada representan ninguna hombría, que sus atuendos, sus “pintas” (modas), difieren mucho de lo que realmente se necesita para ser hombre en Cuba. Incluso se pone en duda su heterosexualidad, pero mejor no entremos en el campo de la sexualidad, aunque sea necesaria mencionarla. Este y muchos otros calificativos hacen gala en las referencias a “esos otros”.

En algún sentido existen muchos factores que influyen en tales posiciones. Nuestra cultura ha impuesto siempre este tipo de criterios sobre “ese otro”. Muchos de los grandes pensadores cubanos de periodos fundacionales, también dejaron sus huellas, sus criterios al respecto. Algunos como el presbítero José Agustín Caballero para el Papel Periódico de La Habana en su “Carta crítica del hombre mujer”, escribió algunas palabras que a decir del investigador Julio César González Pagés, se manifestó como uno de nuestros primeros pensadores que construyeron la masculinidad de una nación sobre la base de exclusiones de aquellos que no cumplan con algunos requisitos.

Estos denominados “reparteros” por su parte, también están en la mira de las críticas de “esos otros”. A muchos los ven como incivilizados, que están parados en el tiempo, que en todo momento generan violencia y no disfrutan de la música. Que están descontinuados porque quieren resolver sus problemas a golpes, a navajazos. Pensar esto es la manera más práctica que han encontrado para auto defenderse de aquellos que atacan su hombría, su masculinidad.

Estos dos discursos, parecen a la vista de todos, diametralmente opuestos, pero como exponíamos al principio, es solo una insinuación para demostrar dónde está la hegemonía. Ahora, no nos engañemos. Ambos son reproductores de estereotipos masculinos que se validan a través de la práctica diaria, donde unos en su espacio, otros en el de ellos, hacen gala de tales comportamientos masculinos. Esa hombría extrema, donde la violencia, fundamentalmente, da en demostrar hasta donde son capaces de llegar, pues sencillamente la ejercen sobre las mujeres, sobre otros hombres y sobre ellos mismos , pero irónicamente confluyen en un mismo lugar, un lugar que al parecer fue construido para este fin, para que los hombres “timberos”, “reparteros”, “regguetoneros”, “rockeros”, “emos”,
“metrosexuales”, validen su hombría, su masculinidad.

Este es un fenómeno que ponemos a conocimiento de todos ustedes, con muchas intenciones, quizás. Ahora, estoy seguro, que al igual que en “La Tropical”, otras de las tantas plazas bailables de Cuba, y de otros contextos latinoamericanos, no escapan a esta realidad, y realmente sería buena una mirada desde otros países a un fenómeno como tal. Pero más allá de cualquier intento de mi parte de poner en mis palabras, en mis reflexiones, una problemática que pudiera llamar la atención, los invito a El Salón Rosado de La Tropical “Benny More”, plaza bailable de Cuba, del mundo, de La Habana, la que bien dicen en llamar “la capital de todos los cubanos” y al parecer no así de las cubanas.

citas y notas


1- La socióloga Mayra Espina del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), ha hecho grandes aportes sobre esta problemática. Ver Mayra Espina Prieto. “Comentarios sobre el concepto de marginalidad en la sociología”. En Catauro, Revista Cubana de Antropología, Año.7, No.13, La Habana, enero-junio de 2006, pp.25-30.

2- El antropólogo australiano Robert W. Connell, uno de los grandes estudiosos de la masculinidad, ha insistido en demostrar la existencia de una multiplicidad de masculinidades. Ver Robert W. Connell. “La organización social de la masculinidad”. En Teresa Valdez y José Olavarria. Masculinidad/es. Poder y crisis. Santiago de Chile, Isis Internacional/FLACSO, 1997, pp.31-49.

3- Sobre estas temáticas Ver Yonnier Angulo Rodríguez. “Jóvenes emos: una masculinidad polémica”; “Metrosexualidad: supremacía o sumisión”. En www.redmasculinidades.com

4- Ver Julio César González Pagés. “Feminismo y masculinidad: ¿mujeres contra hombres? En Temas, No.37-38, La Habana, abril-septiembre de 2004, p.10

miércoles, 12 de noviembre de 2008

La Religión Abakuá y su papel en la discriminación de género. Un análisis critico desde la Sociología.

Por Carlos Tomás Martínez Romero.


El tema de la religión a través de la historia ha sido objeto de debate no solo por los especialitas que laboran en esta temática, sino también de aquellos que sin abordar este aspecto desde una perspectiva científica, han contribuido a enriquecer el conocimiento popular religioso de la sociedad cubana en general.

La religión es el resultado del condicionamiento social imperante en todo tipo de sociedad, que tiene que ver con los modelos económicos, políticos y sociales de cada sociedad en específico; donde la fe, elemento medular, alcanza un valor determinante en la percepción de los creyentes, de ahí que un cierto grado de fe, también conlleva a un cierto grado de creencia en una practica religiosa concreta.

En Cuba existen diferentes religiones como es el caso de la religión católica, y las de carácter protestante en oposición a la fe católica, como son los casos de las iglesias adventistas del séptimo día, pentecostales, episcopales, entre otras. También se encuentran las religiones de sustrato africano como: el palo monte, el espiritismo en todas sus variantes, la santería y la religión abakuá en la cual se centrará el presente análisis.

En todas estas manifestaciones religiosas de alguna u otra forma la mujer ha sido participe de su funcionamiento, con excepción de la religión abakuá, de ahí mi interés en realizar una mirada crítica del fenómeno desde la perspectiva sociológica de género.

Esta religión, que se contempló como sociedad secreta de socorro y ayuda mutua entre hombres __ debo aclarar que en el imaginario popular del cubano en la actualidad se asume como un tipo especifico de religión__. Sus orígenes datan del periodo de la trata por los Ríos del Aceite (Oil River), que comprenden buena parte del vastísimo delta del Níger y las zonas extendidas hacia el sur de éste, hasta las proximidades de la bahía Ambas, ya en el Camerún, se encuentran los primeros los embarcaderos, de donde partieron rumbo a América los carabalíes. Esos embarcaderos fueron Brass, Okrika y Bonny, en el delta del Niger, Owome o Nuevo Calabar y, cerca de la desembocadura de los ríos de la Cruz y Calabar, los poblados ribereños de Ikot Itunko o Ikoritungko y Atakpa, propiamente los del Viejo Calabar denominados por los ingleses, respectivamente, Creek Town y Duke Town.

El Viejo Calabar, ubicado en la provincia nigeriana, fue uno de los principales centros de recepción y embarque de carabalíes, de allí salieron los esclavos de las tres grandes tribus conocidas como: ibo, ibibio y ekoi, y de donde se le atribuye la procedencia a lo que se conoce como el nañiguismo.

Los carabalíes llegaron a constituir uno de los más numerosos, significativos y complejos grupos de africanos que sirvieron a los esclavistas de la colonia de Cuba.
El tráfico de esclavos mezcló a miembros de diferentes etnias africanas, debido a que la servidumbre colonial cubana hizo compleja esta composición, al confundir en los barracones de los ingenios y cafetales a los carabalíes que convivieron con los igualmente complejos lucumíes y bantús, los tres grupos de esclavos mas importantes de Cuba.
En 1836, en el poblado de Regla, frente a la bahía habanera, se creó la primera tierra, potencia, partido, nación o juego ñañigo abakuá que al parecer, fue posible por haber contado con el amparo de un cabildo negro carabali: Appapa efik. Estos cabildos negros fueron autorizados por el gobierno español y debían servir, al registrarse oficialmente como centros de asistencia mutua para integrantes de una misma nación africana y, al igual que los carabalíes, los hubo lucumíes de otras procedencias étnicas de africanos esclavizados.
Los nombres de estos cabildos junto con los del recuerdo sagrado ñañigo, son fuentes para identificar orígenes. Entre los primeros se cuentan, además de Appapa Efik, Carabali Abalo, Carabali Insuamo-Isieque, Carabali Ibó, Carabali Ingré, Carabali Efik… y entre las tierras del ñañiguismo: Efik Buton, la iniciadora, Erón Nta, Oru Bibñi, Eforia Nkomo, Abakuá Efor, Efí Abakuá, Usagaré Mutanga… Los nombres de los cabildos presentan un espacio geográfico mucho más amplio que el de las tierras, donde aparecen, insistentemente, efor y efik, la madre y el padre de abakuá según el linaje tradicional ñañigo.

Con el devenir histórico, resultado de los cambios y transformaciones económicas, políticas y sociales, las sociedades ñañigas que en sus inicios estaban constituidas por esclavos de nación, fueron incrementando en sus filas practicantes de diferentes capas sociales, dígase: negros criollos, mulatos y finalmente luego de violentas pugnas, los blancos.
Durante segunda mitad del siglo XIX, ser ñañigo no significaba ser carabali, como tampoco significaba que se fuese negro, pero si se aceptaba el complejo de creencias y se cumplimentaba el ritual que fundamentaba su existencia.

La variedad de calificativos con que los ñañigos generalizaron sus sociedades constituyeron una forma peculiar de coexistencia, identificación y reafirmación para legitimarse como sociedad secreta. En este sentido ellos realizaron desde su concepción del mundo una conceptualización de los diferentes elementos que componían su sistema de creencias. Entre los que se encuentran:

Tierra: El termino como en África, delimita el territorio de acción efectiva de una u otra sociedad; pero, en su más profundo sentido, la tierra es, la africana, donde se ubican los espíritus venerados de los antepasados que asisten a la ceremonia del rito ñañigo.

Potencia: por la fortaleza interna, mágica, de todo lo concerniente a abakuá, la solidaridad de su membresía y el cumplimiento obligatorio de sus leyes, que comienza por el hermetismo protector. La potencia, es el conjunto de objetos sacros y de hombres probados como creyentes valientes y viriles. Sólo lo que sea potente, macho, puede tener acceso a sus secretos.

Juego: por la dramática puesta en escena de lo que se califica, quizás con menos propiedad, representación: la interpretación oscura, multiforme y multicolor de los ritos prescritos con la presencia de los diablitos, toques de tambor, utilería y atuendos.
Los ingleses lo denominan play, con un exacto significado al del juego español, posible reminiscencia de los juegos medievales, aplicados a abakuá en tiempos de colonia.

Nación: por su singularidad originaria, integrada por negros de nación, por carabalíes, por no-cubanos, por esclavos que encontraban una autoreafirmación personal frente a la generalizada hostilidad que les rodea, con su propia jerga, leyes, cultura y hasta tierras.

Partido: también con sentido separatista. Como hubo partidos pro españoles, anexionistas e independentistas en la colonia y otros partidos políticos en la neocolonia, hubo un ñañiguismo partidista que no fue ignorado por los partidos oficiales interesados en captar esa fuerza electoral durante lo mas de cincuenta años de la República neocolonial.

Abakuá se constituyó en un principio por naciones, tierras, potencias, juegos y partidos, con un propósito o fin inicial de afirmación étnica y cultural en una sociedad que los discriminaba. Con posterioridad, al abrirse el ingreso a cubanos de diferentes etnias, como resultado de la abolición de la esclavitud en el periodo correspondiente a 1886, provocó una especie de caos en el interior de las sociedades, debido a que continuó persistiendo el racismo dentro de sus filas.
Los viejos de nación, conocidos como los taitas, se opusieron al ingreso de los blancos, aduciendo que estos adeptos no mantendrían la discreción requerida, y que esto resquebrajaría la autoridad de los jefes y que los secretos trascenderían al dominio público .

De esta manera el Abakuá se convirtió en un refugio para delincuentes, que aprovecharon sus principios básicos de ayuda mutua, para escapar de la persecución oficial. La estigmatización de los mismos durante la segunda mitad del siglo XIX como criminales, provocó la persecución, deportación y el encarcelamiento sin distinción, de muchos de sus practicantes.

En la actualidad, esta religión es refugio para la autoreafirmacion del hombre como el macho, el que más valor tiene, es decir, es un espacio de competencia social, donde los más aptos son los que sobreviven.

Se hace necesario aclarar que un importante número de ñañigos lo constituía el proletariado de las zonas portuarias de La Habana, Matanzas y Cárdenas.

La práctica abakuá no pudo mantenerse al margen el proceso histórico, la explotación capitalista de la fuerza de trabajo obrera, la lucha de clases y la enajenante acción divisionista del racismo; por esta razón se plantea al inicio del ensayo que esta religión es el resultado del inevitable condicionamiento social.

De modo general se aprecia como la propia historia de esta religión o sociedad secreta aporta elementos importantes en la comprensión de su funcionamiento y desarrollo en particular.

Ahora bien, ¿cuál fue la situación de la mujer dentro de esta sociedad secreta? ¿ Qué funciones se le atribuyeron en el interior de la misma?

La consideración de la mujer dentro de la religión abakuá, no difería en gran escala de la del esclavo, solo aquellas que pertenecían a las grandes familias, madres de jefes o de hombres ricos, logran disfrutar de una situación mejor que la del resto de ellas.
Cualquier hombre en sus tribus podía tener tantas mujeres como sus medios lo posibilitaran.

La mujer ibo al casarse perdía todos los derechos sobre ella misma o sus posesiones y pasaba a formar parte de las propiedades de su marido con un valor poco superior al de una vaca o una chiva . Como esta era considerada como una mercancía valiosa, la posesión de un gran número de ellas realzaba el prestigio masculino.

La culpa de las mujeres por el fallecimiento del marido, entre los efik, establecía que aquellas fueran inmoladas sobre su tumba para que continuaran sirviéndolo en el mundo de los muertos .

El dominio del hombre sobre la mujer fue mayor entre los conocidos como ibo a diferencia de otras tribus. Allí la mujer no podía tomar la iniciativa para el divorcio, en cambio el hombre podía arrojarla del hogar con dos o tres utensilios de cocina, desposeyéndola de todo derecho, incluso a los hijos.

La sociedad ñañiga no aceptaba a las mujeres entre sus miembros porque éstas según el testimonio de muchos ñañigos son consideradas incapaces de guardar un secreto .

De esta manera se aprecia como en el interior de esta sociedad secreta se discrimina a la mujer en todos los aspectos de la vida cotidiana.

Un análisis crítico desde la perspectiva sociológica de género constituye la clave fundamental para entender y dilucidar algunos elementos importantes en la comprensión de los factores actuantes en esta total discriminación de la mujer dentro de la sociedad reconocida como abakuá.

La perspectiva de género facilita el modo de decodificar el significado que las culturas otorgan a la diferencia de sexos, y además es una manera de comprender las complejas conexiones entre varias formas de interacción humana .

El patriarcado, sistema de dominación, el cuál consistió en el ejercicio de poder de los hombres sobre las mujeres de manera desigual es uno de los aspectos esenciales para comprender el complejo proceso de discriminación a la que fue sometida la mujer dentro del ñañiguismo.
La familia patriarcal se caracterizó por ser una institución social especifica basada en la organización del trabajo en el hogar, donde el padre de la familia era el que controlaba y distribuía el trabajo , lo que provocó una subordinación creciente por parte de la mujer hacia el hombre, subordinación que aún en la actualidad funciona dentro de la sociedad cubana abakuá.

La distribución de roles también es un elemento importante para entender y analizar esta problemática. La mujer quedó relegada al espacio privado, es decir a las labores hogareñas y el hombre incrementó su participación en los espacios públicos, como resultado de los estereotipos construidos alrededor de la mujer a través de los procesos históricos por los que transitó la sociedad cubana en general.

La idea de que la mujer no puede guardar un secreto evidencia un conocimiento estereotipado por tabúes fundamentalmente sociales que desembocan en la invisibilización de la mujer y en la legitimación del hombre como el centro de la sociedad. Este androcrentrismo provocado por la codificación social que desde la familia se asocia con las funciones intrafamiliares de la niña y el niño, explica el por qué de la discriminación de la mujer dentro de este tipo de sociedad, que al igual que la masonería excluyó y excluye a la mujer de todas sus prácticas y rituales.

La violencia simbólica a la cual fue sometida la mujer y que generalmente no se percibe, resulta un elemento crucial en este análisis, debido a que es un mecanismo psicológico que actuó de manera directa en la construcción de lo que significó la mujer para el hombre en la sociedad ñañiga en cuanto a los roles de subordinación, como producto de la división social y sexual del trabajo.

Considero que todo debate con relación a la mujer y a sus derechos dentro de cualquier sociedad secreta provoca una cierta incomodidad e inconformidad por parte de sus participantes, que hasta nuestros días producen y reproducen patrones asociados con el machismo, y donde además el sexismo gana un terreno fundamental en los principios básicos y estatutos de las sociedades secretas de nuestro país.


Convendría pues, de cara al logro de la eliminación de esta discriminación histórica darnos cuenta de la importancia de la mujer dentro de la sociedad cubana en general y otorgarle esos espacios perdidos o nunca encontrados, donde puedan alzar sus voces con total igualdad de derechos.





Bibliografía

• Astelarra, Judith. Libres e Iguales. Sociedad y política desde el feminismo. Ensayo. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005.
• Lamas, Marta. Usos y posibilidades de la categoría género en: http//www. udg. mx/laventana/libr1/lamas.html
• Sabater Palenzuela, Vivian M (Compiladora). Sociedad y Religión. Selección de lecturas. Tomo I. Editorial Félix Varela, La Habana, 2003.
• Proveyer Cervantes, Clotilde (Compiladora).Selección de lecturas de Sociología y Política Social de Género. Editorial Félix Varela, La Habana, 2005.

La Religión Abakuá y su papel en la discriminación de género. Un análisis critico desde la Sociología.

Por Carlos Tomás Martínez Romero.


El tema de la religión a través de la historia ha sido objeto de debate no solo por los especialitas que laboran en esta temática, sino también de aquellos que sin abordar este aspecto desde una perspectiva científica, han contribuido a enriquecer el conocimiento popular religioso de la sociedad cubana en general.

La religión es el resultado del condicionamiento social imperante en todo tipo de sociedad, que tiene que ver con los modelos económicos, políticos y sociales de cada sociedad en específico; donde la fe, elemento medular, alcanza un valor determinante en la percepción de los creyentes, de ahí que un cierto grado de fe, también conlleva a un cierto grado de creencia en una practica religiosa concreta.

En Cuba existen diferentes religiones como es el caso de la religión católica, y las de carácter protestante en oposición a la fe católica, como son los casos de las iglesias adventistas del séptimo día, pentecostales, episcopales, entre otras. También se encuentran las religiones de sustrato africano como: el palo monte, el espiritismo en todas sus variantes, la santería y la religión abakuá en la cual se centrará el presente análisis.

En todas estas manifestaciones religiosas de alguna u otra forma la mujer ha sido participe de su funcionamiento, con excepción de la religión abakuá, de ahí mi interés en realizar una mirada crítica del fenómeno desde la perspectiva sociológica de género.

Esta religión, que se contempló como sociedad secreta de socorro y ayuda mutua entre hombres __ debo aclarar que en el imaginario popular del cubano en la actualidad se asume como un tipo especifico de religión__. Sus orígenes datan del periodo de la trata por los Ríos del Aceite (Oil River), que comprenden buena parte del vastísimo delta del Níger y las zonas extendidas hacia el sur de éste, hasta las proximidades de la bahía Ambas, ya en el Camerún, se encuentran los primeros los embarcaderos, de donde partieron rumbo a América los carabalíes. Esos embarcaderos fueron Brass, Okrika y Bonny, en el delta del Niger, Owome o Nuevo Calabar y, cerca de la desembocadura de los ríos de la Cruz y Calabar, los poblados ribereños de Ikot Itunko o Ikoritungko y Atakpa, propiamente los del Viejo Calabar denominados por los ingleses, respectivamente, Creek Town y Duke Town.

El Viejo Calabar, ubicado en la provincia nigeriana, fue uno de los principales centros de recepción y embarque de carabalíes, de allí salieron los esclavos de las tres grandes tribus conocidas como: ibo, ibibio y ekoi, y de donde se le atribuye la procedencia a lo que se conoce como el nañiguismo.

Los carabalíes llegaron a constituir uno de los más numerosos, significativos y complejos grupos de africanos que sirvieron a los esclavistas de la colonia de Cuba.
El tráfico de esclavos mezcló a miembros de diferentes etnias africanas, debido a que la servidumbre colonial cubana hizo compleja esta composición, al confundir en los barracones de los ingenios y cafetales a los carabalíes que convivieron con los igualmente complejos lucumíes y bantús, los tres grupos de esclavos mas importantes de Cuba.
En 1836, en el poblado de Regla, frente a la bahía habanera, se creó la primera tierra, potencia, partido, nación o juego ñañigo abakuá que al parecer, fue posible por haber contado con el amparo de un cabildo negro carabali: Appapa efik. Estos cabildos negros fueron autorizados por el gobierno español y debían servir, al registrarse oficialmente como centros de asistencia mutua para integrantes de una misma nación africana y, al igual que los carabalíes, los hubo lucumíes de otras procedencias étnicas de africanos esclavizados.
Los nombres de estos cabildos junto con los del recuerdo sagrado ñañigo, son fuentes para identificar orígenes. Entre los primeros se cuentan, además de Appapa Efik, Carabali Abalo, Carabali Insuamo-Isieque, Carabali Ibó, Carabali Ingré, Carabali Efik… y entre las tierras del ñañiguismo: Efik Buton, la iniciadora, Erón Nta, Oru Bibñi, Eforia Nkomo, Abakuá Efor, Efí Abakuá, Usagaré Mutanga… Los nombres de los cabildos presentan un espacio geográfico mucho más amplio que el de las tierras, donde aparecen, insistentemente, efor y efik, la madre y el padre de abakuá según el linaje tradicional ñañigo.

Con el devenir histórico, resultado de los cambios y transformaciones económicas, políticas y sociales, las sociedades ñañigas que en sus inicios estaban constituidas por esclavos de nación, fueron incrementando en sus filas practicantes de diferentes capas sociales, dígase: negros criollos, mulatos y finalmente luego de violentas pugnas, los blancos.
Durante segunda mitad del siglo XIX, ser ñañigo no significaba ser carabali, como tampoco significaba que se fuese negro, pero si se aceptaba el complejo de creencias y se cumplimentaba el ritual que fundamentaba su existencia.

La variedad de calificativos con que los ñañigos generalizaron sus sociedades constituyeron una forma peculiar de coexistencia, identificación y reafirmación para legitimarse como sociedad secreta. En este sentido ellos realizaron desde su concepción del mundo una conceptualización de los diferentes elementos que componían su sistema de creencias. Entre los que se encuentran:

Tierra: El termino como en África, delimita el territorio de acción efectiva de una u otra sociedad; pero, en su más profundo sentido, la tierra es, la africana, donde se ubican los espíritus venerados de los antepasados que asisten a la ceremonia del rito ñañigo.

Potencia: por la fortaleza interna, mágica, de todo lo concerniente a abakuá, la solidaridad de su membresía y el cumplimiento obligatorio de sus leyes, que comienza por el hermetismo protector. La potencia, es el conjunto de objetos sacros y de hombres probados como creyentes valientes y viriles. Sólo lo que sea potente, macho, puede tener acceso a sus secretos.

Juego: por la dramática puesta en escena de lo que se califica, quizás con menos propiedad, representación: la interpretación oscura, multiforme y multicolor de los ritos prescritos con la presencia de los diablitos, toques de tambor, utilería y atuendos.
Los ingleses lo denominan play, con un exacto significado al del juego español, posible reminiscencia de los juegos medievales, aplicados a abakuá en tiempos de colonia.

Nación: por su singularidad originaria, integrada por negros de nación, por carabalíes, por no-cubanos, por esclavos que encontraban una autoreafirmación personal frente a la generalizada hostilidad que les rodea, con su propia jerga, leyes, cultura y hasta tierras.

Partido: también con sentido separatista. Como hubo partidos pro españoles, anexionistas e independentistas en la colonia y otros partidos políticos en la neocolonia, hubo un ñañiguismo partidista que no fue ignorado por los partidos oficiales interesados en captar esa fuerza electoral durante lo mas de cincuenta años de la República neocolonial.

Abakuá se constituyó en un principio por naciones, tierras, potencias, juegos y partidos, con un propósito o fin inicial de afirmación étnica y cultural en una sociedad que los discriminaba. Con posterioridad, al abrirse el ingreso a cubanos de diferentes etnias, como resultado de la abolición de la esclavitud en el periodo correspondiente a 1886, provocó una especie de caos en el interior de las sociedades, debido a que continuó persistiendo el racismo dentro de sus filas.
Los viejos de nación, conocidos como los taitas, se opusieron al ingreso de los blancos, aduciendo que estos adeptos no mantendrían la discreción requerida, y que esto resquebrajaría la autoridad de los jefes y que los secretos trascenderían al dominio público .

De esta manera el Abakuá se convirtió en un refugio para delincuentes, que aprovecharon sus principios básicos de ayuda mutua, para escapar de la persecución oficial. La estigmatización de los mismos durante la segunda mitad del siglo XIX como criminales, provocó la persecución, deportación y el encarcelamiento sin distinción, de muchos de sus practicantes.

En la actualidad, esta religión es refugio para la autoreafirmacion del hombre como el macho, el que más valor tiene, es decir, es un espacio de competencia social, donde los más aptos son los que sobreviven.

Se hace necesario aclarar que un importante número de ñañigos lo constituía el proletariado de las zonas portuarias de La Habana, Matanzas y Cárdenas.

La práctica abakuá no pudo mantenerse al margen el proceso histórico, la explotación capitalista de la fuerza de trabajo obrera, la lucha de clases y la enajenante acción divisionista del racismo; por esta razón se plantea al inicio del ensayo que esta religión es el resultado del inevitable condicionamiento social.

De modo general se aprecia como la propia historia de esta religión o sociedad secreta aporta elementos importantes en la comprensión de su funcionamiento y desarrollo en particular.

Ahora bien, ¿cuál fue la situación de la mujer dentro de esta sociedad secreta? ¿ Qué funciones se le atribuyeron en el interior de la misma?

La consideración de la mujer dentro de la religión abakuá, no difería en gran escala de la del esclavo, solo aquellas que pertenecían a las grandes familias, madres de jefes o de hombres ricos, logran disfrutar de una situación mejor que la del resto de ellas.
Cualquier hombre en sus tribus podía tener tantas mujeres como sus medios lo posibilitaran.

La mujer ibo al casarse perdía todos los derechos sobre ella misma o sus posesiones y pasaba a formar parte de las propiedades de su marido con un valor poco superior al de una vaca o una chiva . Como esta era considerada como una mercancía valiosa, la posesión de un gran número de ellas realzaba el prestigio masculino.

La culpa de las mujeres por el fallecimiento del marido, entre los efik, establecía que aquellas fueran inmoladas sobre su tumba para que continuaran sirviéndolo en el mundo de los muertos .

El dominio del hombre sobre la mujer fue mayor entre los conocidos como ibo a diferencia de otras tribus. Allí la mujer no podía tomar la iniciativa para el divorcio, en cambio el hombre podía arrojarla del hogar con dos o tres utensilios de cocina, desposeyéndola de todo derecho, incluso a los hijos.

La sociedad ñañiga no aceptaba a las mujeres entre sus miembros porque éstas según el testimonio de muchos ñañigos son consideradas incapaces de guardar un secreto .

De esta manera se aprecia como en el interior de esta sociedad secreta se discrimina a la mujer en todos los aspectos de la vida cotidiana.

Un análisis crítico desde la perspectiva sociológica de género constituye la clave fundamental para entender y dilucidar algunos elementos importantes en la comprensión de los factores actuantes en esta total discriminación de la mujer dentro de la sociedad reconocida como abakuá.

La perspectiva de género facilita el modo de decodificar el significado que las culturas otorgan a la diferencia de sexos, y además es una manera de comprender las complejas conexiones entre varias formas de interacción humana .

El patriarcado, sistema de dominación, el cuál consistió en el ejercicio de poder de los hombres sobre las mujeres de manera desigual es uno de los aspectos esenciales para comprender el complejo proceso de discriminación a la que fue sometida la mujer dentro del ñañiguismo.
La familia patriarcal se caracterizó por ser una institución social especifica basada en la organización del trabajo en el hogar, donde el padre de la familia era el que controlaba y distribuía el trabajo , lo que provocó una subordinación creciente por parte de la mujer hacia el hombre, subordinación que aún en la actualidad funciona dentro de la sociedad cubana abakuá.

La distribución de roles también es un elemento importante para entender y analizar esta problemática. La mujer quedó relegada al espacio privado, es decir a las labores hogareñas y el hombre incrementó su participación en los espacios públicos, como resultado de los estereotipos construidos alrededor de la mujer a través de los procesos históricos por los que transitó la sociedad cubana en general.

La idea de que la mujer no puede guardar un secreto evidencia un conocimiento estereotipado por tabúes fundamentalmente sociales que desembocan en la invisibilización de la mujer y en la legitimación del hombre como el centro de la sociedad. Este androcrentrismo provocado por la codificación social que desde la familia se asocia con las funciones intrafamiliares de la niña y el niño, explica el por qué de la discriminación de la mujer dentro de este tipo de sociedad, que al igual que la masonería excluyó y excluye a la mujer de todas sus prácticas y rituales.

La violencia simbólica a la cual fue sometida la mujer y que generalmente no se percibe, resulta un elemento crucial en este análisis, debido a que es un mecanismo psicológico que actuó de manera directa en la construcción de lo que significó la mujer para el hombre en la sociedad ñañiga en cuanto a los roles de subordinación, como producto de la división social y sexual del trabajo.

Considero que todo debate con relación a la mujer y a sus derechos dentro de cualquier sociedad secreta provoca una cierta incomodidad e inconformidad por parte de sus participantes, que hasta nuestros días producen y reproducen patrones asociados con el machismo, y donde además el sexismo gana un terreno fundamental en los principios básicos y estatutos de las sociedades secretas de nuestro país.


Convendría pues, de cara al logro de la eliminación de esta discriminación histórica darnos cuenta de la importancia de la mujer dentro de la sociedad cubana en general y otorgarle esos espacios perdidos o nunca encontrados, donde puedan alzar sus voces con total igualdad de derechos.





Bibliografía

• Astelarra, Judith. Libres e Iguales. Sociedad y política desde el feminismo. Ensayo. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005.
• Lamas, Marta. Usos y posibilidades de la categoría género en: http//www. udg. mx/laventana/libr1/lamas.html
• Sabater Palenzuela, Vivian M (Compiladora). Sociedad y Religión. Selección de lecturas. Tomo I. Editorial Félix Varela, La Habana, 2003.
• Proveyer Cervantes, Clotilde (Compiladora).Selección de lecturas de Sociología y Política Social de Género. Editorial Félix Varela, La Habana, 2005.

Macho “Tropical”

Por Raydel Romero Cabo

Hace ya unos meses atrás salio en el periódico de frecuencia diaria Juventud Rebelde, de Cuba, un artículo sobre la Metrosexualidad en Cuba, el cual resulto ser bien polémico entre los medios de comunicación. Donde uno de los entrevistados, el Dr. Julio Cesar Gonzáles Pagés, considera (y comparto su criterio) que “hoy día el hombre es mucho más andrógeno, más “femenino”, no afeminado, sino femenino en la concepción femenina de la socialización”.

Y este es un tema en el quisiera hacer especial énfasis, para la comprensión de nuestros lectores, que de seguros ya se siente motivados e intrigados sobre lo que pueda ser y “es” la Metrosexualidad, y algunos términos o conceptos que resulten novedosos, tales, como Género y Masculinidad.

Se entiende por género al conjunto de características sociales, culturales, políticas y económicas asignadas a las personas en forma diferenciada de acuerdo a su sexo. Las relaciones de género se construyen desde las instituciones representativas de poder social, como lo es la familia, la religión, las relaciones políticas, económicas e ideológicas, en correspondencia con los intereses de cada sistema económico, político y social (Badinter, 1993).

Desde el punto de vista de la teoría de genero la masculinidad, “es el resultado de los procesos de construcción diferencial de los seres humanos en tipos femeninos y masculinos, que obedecen a un proceso histórico social basado en la atribución de cualidades y funciones a los seres humanos a partir de la apariencia externa de sus órganos reproductores. Si bien la masculinidad es una construcción sociocultural que define valores y actitudes añadidas como propias del hombre.

“No nacemos masculinos”, la masculinidad es la forma aprobada de ser hombre en una determinada sociedad; en nuestras sociedades el concepto de masculinidad dicta que el hombre adquiera ciertas características para “ser hombre”, por ejemplo: competencia, desconfianza, alejamiento, virilidad, rudeza, individualismo, egoísmo y dominio.

Una de las grades problemáticas que pudieran presentársele a los hombres, es la de preguntarse a si mismos ¿que necesitan para ser verdaderos hombres?, ¿parece que es algo difícil cuando se cuestiona el comportamiento que por natural debía ser? Si usted lo duda salga a la calle y entreviste a varias personas de diferentes edades, razas y grupos sociales, y escuchará conceptos muy diferente uno de otros, aunque hay códigos éticos de comportamiento preestablecidos. Códigos invariables que son legados ancestrales que nos vienen uno a uno de generación en generación.

Pues así mediante la tradición oral de padres a hijos, en la escuela en la casa, en el vecindario, a todos se nos ha enseñado desde temprana edad nuestro rol dentro de la sociedad, donde solos tenemos que mantener el control de emociones y situaciones en cada momento de la vida para ser un “Macho Varón Masculino”.

Pero es la Metrosexualidad un fenómeno que no escapa dentro de los ya mencionados y ancestrales cánones de calificativo social. Y que hoy en nuestro país, que ya de por sí decirlo es sinónimo de hombres rudos a la antigua, típico cuadro pictórico del campesino, donde predominan en el acervo cultural frases como “el hombre es como el Oso mientras mas feo mas hermoso”, aunque en estos tiempos muy bien podría ser comidilla de buen debate.

Masculinidad que ahora queda transversalizada por un patrón estético y diferenciado de la bellaza como normas de salud o de aceptación social.

Cuando nos referíamos a estas llamadas conductas Metrosexuales o a sus máximos exponentes (metrosexuados), los definimos por desconocimiento sobre estos temas, como hombres afeminados, con actitudes sociales propias de las mujeres, o lo más común, que tenían una diferente orientación sexual a la heterosexualidad; la homosexualidad. “Ser metrosexual no implica una orientación sexual específica, sino una conducta estética propiciada por las mujeres y reproducida por hombres”. Homosexuales, heterosexuales y bisexuales comparten esta afición hedonista de la imagen.

Fue el periodista inglés Mark Simpson, en 1994, quien la definió, como la actitud de aquel hombre joven, habitante de una metrópoli, que gusta de una vida sofisticada, cuida su cuerpo, no tiene prejuicio para hacerse la manicura, y viste ropa de diseñador. Según Simpson, el metrosexual está enamorado de sí mismo y se obsesiona por estar siempre a la moda.

Esto no solo ha sido un fenómeno de nuestro siglo. Históricamente muchos hombres se preocupaban conscientemente por su apariencia, aunque casi siempre este comportamiento se vinculaba con su estatus de clase, ya que se implicaba como figura pública en la sociedad de la época. La revista electrónica (lahaine.org), en un articulo titulado “Cuba no escapa de la llamada Metrosexuailidad” señalaba que los productos y servicios puestos por el mercado en función de la belleza se venden más después que los medios han legitimado el surgimiento de un “nuevo hombre” —que no es un “hombre nuevo” - al que no le importa violar los límites acuñados por la cultura falocéntrica.

En nuestro país, la metrosexualidad ha sido un fenómeno que no se ha mantenido exento de nuestros jóvenes que se reúnen en los espacios de conciertos de música Rock, Trance o House, en la Cuidad de La Habana (Cuba), como “El Salón Rozado de La Tropical”, o como popularmente se le conoce “La Tropical” -ubicado en el Municipio Playa en la avenida 41 - el mismo que popularizaría con sus singulares conciertos el reconocido cantante cubano Beny More.

Es en estos espacios, de la tropical donde salen a relucir, modas, estereotipos y conductas. Donde la observación participante podría ser el mejor de los métodos para entender lo que conceptual y teórico podría parecer.

Jóvenes con un promedio de edad de 14 a 28 años, atléticos, de brazos y piernas depiladas, cejas arregladas, uñas con esmaltes y cutis maquillado y tratados con crema. Donde mujeres y hombres en ocasiones cuesta diferenciarlos, ya que llevan cortes de pelos y ropas muy similares o Unisex. Una conducta estética donde el uso de estos atributos, costumbres y hábitos, hasta ahora eran reservados a las mujeres. Pero una cosa es lo que se parece y otra es la que se es.

Sabemos que para este clima exageradamente tropical, donde estas llamadas impropias costumbres del hombre, podrían ser muy higiénicas y muy cómodas. Aunque si bien el fenómeno global de la metrosexualidad, que nos sugiere la moda, es el hombre como diría el profesor Gonzáles Pagés “femenino, pero no afeminado”, incluso este hombre que visualmente pudiera parecernos afeminado, bien podría ser, y es el caso, de una masculinidad hegemónica o un machismo disfrazado. La estética ha transgredido la imagen pero no aún las trascendentales costumbres machistas.

Pero ahora nos podemos percatar que la moda y los estereotipos se han encargado de redefinir lo que socialmente se había conceptualizado.

Y he aquí lo polémico y lo contradictorio que nos pudiera parecer, estos conceptos. La masculinidad, al ser una construcción sociocultural, definía valores y actitudes como propias de los hombres, o sea que la metrosexualidad como bien decíamos anteriormente, no era una conducta digna de todo hombre que socialmente se definiese así mismo como Masculino.

Ahora, cambios estéticos que nos propone la moda, donde en sus revistas y publicidades, incluso en series televisivas extranjeras, pudieran ser estas inyecciones directas al subconsciente. Ya que cada vez nos queremos parecer al mundo y no a nuestros padres.

Aunque si bien la moda, a logrado todo aquello que la sociedad desechó en un momento determinado y que ahora se cuestiona desde una óptica de asimilación, que solo queda en el discurso de las instituciones representativas de poder social, dominadas por las retóricas y ancestrales costumbres patriarcales.

El antropólogo australiano Robert W. Connell, gran estudioso de estos temas, distingue cuatro tipos de masculinidades: hegemónica, subordinada, cómplice y marginalizada, paradigmas de comportamiento que se desarrollan históricamente y que nacen de las relaciones sociales de género.

De las mencionadas por Connell, la forma hegemonial de la masculinidad, es la más representada por los hombres, y estos jóvenes no escapan de su clasificación, ya que la masculinidad hegemónica legitima el patriarcado y asegura la dominación de los hombres y la subordinación de la mujer.

Se puede usted dar cuenta sin ser objeto de estudio, que estos “nuevos hombres”, parecen lo que no son. Ropas, maquillajes, hedonistas y estilizados, toda una representación preformativa del liberalismo masculino, en cuanto a la enorme cruz que llevábamos, que estéticamente se nos había impuestos.

Hoy Cuba a pesar de su legado histórico de hombres rudos y héroes victoriosos, de bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos, por la ortodoxa formación Occidental de la desaparecida URSS o crisis de Periodos Especiales, no ha pasado desapercibida de estos cambios en su sociedad que requiere como es debido de una economía individual estable para poder sustentar la compra de los costosos productos para el cuidado. Esto lo podríamos denominar como “cambios que producen cambios”.

viernes, 7 de noviembre de 2008

“Ella se lo buscó”

por Claudia Borrajo Del Toro

Hace dos semanas fue asesinada en la esquina de mi casa una señora mayor, regresaba con mi novio cuando encontramos además de una patrulla y un carro de criminalística, la calle repleta de vecinos que contemplaban entre murmullos el balcón de un segundo piso donde colgaban sábanas y ropas tendidas, a espera de que bajaran el cuerpo que decían manteníase tendido aun en el piso.

Me pareció muy extraño, escuchas siempre historias morbosas sobre gente muerta, pero parecen siempre historias distantes, ajenas, que a veces desvaloras por tildarlas de imaginarias, solo posibles en la existencia desgraciada de personajes esteriotipados de algún modo y sobre todo, ocurridas a gente a la que no asociarías jamás con la “vieja de la esquina”.

Entonces observas la ropa que mece el viento y tratas de imaginar como pudo haber terminado tan mal el día. La señora no fue por demás, la única víctima, pero si la fatal; el yerno la apuñaleó con un machetín a ella, a su hija, la esposa del perpetrador, y a su nieta de diecisiete años, hijastra del susodicho; el que bajó a la calle y dijo a un vecino que por favor, subiera a buscar a su hija pequeña, porque, a excepción de esta “había matado a todo el mundo allá arriba” e iba a entregarse a la policía. Todos quedan tratando de explicarse el hecho, y a los días, escuchas decir al hermano de la difunta “se lo buscó, ella se lo buscó, pues le tenía abierto tremendo fuego”.

¿Cómo puede alguien buscar la muerte en su hogar? Escuchas los comentarios y justificaciones que se hacen a tientas y es fácil percibir en ellos, la aceptación inconsciente de un estado de cosas en el orden social y moral que ve casi como natural que sucedan este tipo de actos, que aunque critique, tiene incorporado en su modo de ver y asumir la vida, una visión de aquello que le compete y que se espera como normal del género masculino y le dispensa de cometer ciertos excesos. Se ve cuando se comenta que una mujer fue asesinada por su esposo y todos piensan al minuto que de seguro esta le era infiel y ven en ello la posible causa, muchos es esto lo primero que se preguntan y no si el hombre era un idiota con la autoestima tan alta o tan baja que no atinó a una acción menos animal, para variar. Y bien, ¿qué si le ponía los cuernos? Esto no debe ser razón para que en su posible dolor alguien se vea excusado de calmar su pena arrebatando la vida a aquella que la causa ¿con qué derecho? “Yo tuve que matar a un ser que quise amar” dice una de esas canciones melodramáticas, siguiendo el esquema patético de los crímenes pasionales.

El origen de esto está en la misma base de la sociedad, que reproduce -no solo a gran escala-, un modo de pensar que da al hombre ciertas atribuciones que se remontan al nacimiento de una sociedad ya arcaica. Una amiga hablaba de que su marido iba a tener una hija con otra mujer con la que había mantenido una relación durante unos meses en que ellos estuvieron peleados, y ahora que habían vuelto felizmente, solo se lamentaba de que nacería aquella niña porque la otra mujer no había querido abortar al fin y al cabo. Fíjese usted, ella decía que su marido tendría una hija fuera de la relación porque su amante no había querido abortar, en vez de decir que simple y llanamente, tendría una hija por las obvias razones biológicas que son de esperar.

Recientemente andan dando vueltas de flash en flash, las fotos de una muchacha a la cual acuchilló repetidas veces en el rostro otra, por problemas de novios; la acusada de intento de asesinato alega que solo quería asustarla, pues su novio la había dejado y estaba ahora en amoríos con la adolescente que desfiguró. A mi entender, si hay alguna cuenta que saldar, es con el novio ¿por qué entonces se asume el rival equivocado? Eso es machismo, simple y barato, es el machismo que expresa la misma Santa Camila de La Habana Vieja, que a tantos años, no ha variado un ápice. Un machismo reproducido por las propias mujeres a carta cabal en esta sociedad de corte patriarcal y que se aprende y aprehende desde temprana edad y que genera consigo una violencia psicológica que a veces parece derramar la copa y materializarse en terribles actos que estremecen a la comunidad.

Es el hombre colérico que describe Enrique Serpa en una de sus historias, que se cree con derecho a cuestionar con desprecio a una prostituta que esconde tras una cortina junto a la cama en que fornica, a su bebé recién nacido; pero que no se critica a él mismo como consumidor que da vida a ese mercado.

Es el grupo de jóvenes que mientras subes la escalinata te grita que “se ve que te gusta que te la metan por detrás” porque traes un pantalón apretado, o porque a ellos les divierte ser groseros y no existe una razón aparente para que se deban contener de decirte algo que te estremece de vergüenza o porque no hay nada que puedas hacer para evitarlo o reprenderlos, o porque tú no más apretarás el paso para salir de sus vistas, evitándolos, aguantándote de contestarles, por miedo a darles pie a ponerse peor.

Es la hegemonía de un sexo sobre otro que trae consigo, inevitablemente, una violencia que surge de no respetar en su justa medida aquello que se considera inferior, más bajo, al no valorarlo, al no comprenderlo y al no molestarnos en pensarlo.

Hombres y solo Hombres.

Por: Jorge Del Sol Baylac.

¿Cómo ser un hombre nuevo y vivir en sociedad? ¿Cómo resolver el dilema de ser un hombre que estudia temas referidos al género, la masculinidad, la violencia y a la vez ser coherente con sus palabras en la realidad que vivimos cada día?
Les haré una confesión, integro desde hace más de un año uno de las más interesantes man´s studies del mundo, con todo el bombo y platillo que eso corresponde, y es hasta las últimas semanas hemos caído en cuenta de una ineludible realidad, somos hombres masculinos, y socializamos entre nosotros como con otros grupos de hombres.
Un hecho que nos acerca a la vez que nos hace friccionar, nos permite compartir nuestros grandes placeres, el deporte, la música, el arte, el sexo, dedicarle horas a incansables debates de conceptos, estadísticas, igual o más intensamente que otros integrantes del género masculino. Sin embargo, somos vulnerables a la intrusión de las faldas y los besos, de los excesos, de las carreras por la venganza, de la envidia y la competición.
Tenemos las teorías y los métodos, impartimos talleres y damos conferencias en temas como violencia, el respeto a la diversidad, la inequidad, pero, ¿cómo se escapa de esas realidades que norman y regulan nuestra vida?, ¿Cómo instrumentar una teoría que sea praxis para con nosotros mismo?
El repetirnos que género más que una categoría de la investigación científica, es una ideología para enfrentar los tiempos actuales donde las ideologías carecen casi totalmente de sentido y tientan al difícil sistema de abstraerse en el absurdo, solo queda la idea de asumirla para transformarme en el hombre que quiero ser, sin dejar de ser el hombre que me gusta ser. Hay que aprender a perder para ganar, y los hombres, aunque tengamos una vida llena de derrotas, no soportamos la idea de perder la más insignificante de las escaramuzas.
En mi caso particular, vivo enfrentado a mis miedos y fobias, a los constructos de mi identidad, a las prisiones y los límites que me enmarca la sociedad y mi propia masculinidad. No soy muy diferente a otros hombres que enfrento cotidianamente, tampoco soy ni quiero ser un paradigma, estoy lleno de defectos y contradicciones; eso sí, estoy en la elaboración de una identidad que me sea más llevadera a largo plazo, una que me acompañe cuando ya no sea ni joven, ni fuerte, ni erecto.
Sería extraño decir que en ocasiones envidio a los hombres que niegan cualquier responsabilidad con los temas de las inequidades, la violencia y todas las fobias, declarándose absoluta y completamente como machopanes . Pero es una realidad, ellos son felices o al menos ellos se piensan así, mientras se esconden en las trincheras de la masculinidad hegemónica y se sienten a salvo. Yo valgo, yo soy, siempre en función de lo que no queremos responder y ante la última línea de defensa disminuir al contrario.
Es en ese sentido cuando el combate cobra vida otra vez, es un tema de ideologías y de respeto al más universal de los derechos, el respeto a la vida y a vivir en igualdad. Pero la igualdad y el respeto son conceptos difíciles de llevar a la práctica, porque hay que aprender a discursar en sentidos amplios y pequeños de accionar, un día en mi cuarto con mi novia, otro en mi casa con mi familia y también si hay suerte, frente a un auditorio más amplio.
La convicción debe partir de los pequeños grupos en los que nos reunimos, este es el caso de mi grupo de investigación y de los espacios y oportunidades que se crean en beneficios de los otros. ¿Cómo no envidiar al que se forma a mi lado?, ¿cómo crecer a su lado intelectualmente sin pensar que su éxito es una espada que se calva en el pecho de mi incapacidad?
Un hombre me cuenta siempre orgulloso que fue subcampeón nacional de 3000 metros con obstáculos, comprende y me hace comprender el placer de haber entregado lo mejor de sí y de haber disfrutado intensamente su vida como deportista, sin detenerse en que fue el segundo. Asumir que estamos también llenos de incapacidades y de mediocridades, y que eso no nos hace ni mediocres ni incapaces, que no somos buenos en todo, y que no puede ser esa nuestra única meta. Eso sí, cada empresa debe llevar nuestro sello y nuestra alma, si dimos lo mejor de nosotros que más se puede pedir.
Somos hombres y solo hombres, no dioses, semi-dioses o actores de telenovelas y series de televisión, con diez dobles y cien escenas rodadas mil veces para quedar entonces como una maqueta de lo que debiera ser o representar. Soy solo un hombre, ni más ni menos que eso, me toca una cuota de lo que puedo enfrentar, de lo que puedo vencer.
Una vez quería ser astronauta, pero tengo los pies planos, que hacer frente a esa realidad, en ocasiones está a mi lado el futuro astronauta. He de aprender a disfrutar su sueño. Yo soy alpinista, y también estoy lejos Del Sol.


1 Machopan: Termino utilizado en Cuba para referirse a los máximos exponentes del machismo.