sábado, 28 de febrero de 2009

!!!SALUDAMOS EL 8 DE MARZO!!!

EL GRUPO DE TRABAJO DE MASCULINIDADES EN CUBA SALUDA EL DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER CON LA PUBLICACION DE TRES TRABAJOS SOBRE LA LUCHA POR LOS ESPACIOS POLITICOS Y SOCIALES DE NUETRAS COMPAÑERAS.


GRUPO MASCULINIDADES EN CUBA

¿MODERNAS O TRANSGRESORAS? LAS MUJERES CUBANAS EN LOS ESPACIOS PUBLICOS 1895- 1902

Por Julio César González Pagés

Resumen:

Uno de los aspectos más interesantes que trajo el enfoque de género en los estudios de historia de mujeres fue el cuestionamiento hacia los espacios donde se desarrolló la vida de la población femenina.

Definir los ámbitos privados y públicos ha permitido sistematizar la doble dimensión de ambos en un contexto donde se pone énfasis en las relaciones sociales determinantes en la construcción de los géneros femenino y masculino.

El espacio público cubano recibe severas transformaciones con el fin de la querra de independencia y el inicio de la intervención norteamericana, el presente trabajo aborda estos aspectos desde un tema poco común el del ciclismo femenino.


Tintina una mujer gallega monta una bicicleta en la Habana.


La gallega Antonia Martínez, más conocida por Titina, probablemente haya sido la primera en hacer uso de una bicicleta en esta Isla. El suceso como tal narrado por la misma protagonista a la líder sufragista María Collado, fue descrito de la siguiente forma:

"Todos quedaron sorprendidos al ver una mujer usando una bicicleta en La Habana en la temprana fecha del 12 de noviembre de 1894, esta acción me convertía en la precursora de algo que causó un gran malestar sobre todo en los hombres, pero no pudo ser detenido". (1)

La acción de Titina al irrumpir en un espacio público, le ganó burlas y agresiones y hasta una canción que le vaticinaba un accidente, la cual ha sido cantada por más de cien años

El texto de esta canción ha variado según las épocas y regiones del país con un texto que advierte un límite para las mujeres: “Titina, Titina montando bicicleta al doblar la esquina se le poncho una teta”. (2)

La advertencia de que los senos de las mujeres pueden ser como los neumáticos de la bicicleta, no existe de igual forma para los hombres. Esto se traduce en un claro llamado para no dejar que las mujeres montaran bicicleta de forma abierta como los hombres sin límites y restricciones

La entrada de mujeres en ciclo al espacio público fue asociada a una serie de acontecimientos que comenzaban a involucrar a la población femenina en cuestiones no diseñadas por el androcentrismo social. El 29 de diciembre de 1894 apareció en "La Carta del Sábado" una advertencia ante tanto libertinaje:

“Empecemos por afirmar que para nosotros desaparece la mujer si la encontramos comentando las instituciones de Justiniano o haciendo la disección de un cadáver. Esa no es su verdadera misión en la tierra su misión esta dentro del hogar doméstico, y para el hogar, en el cual ha de ser el ángel custodio de todas las felicidades, debe ser educada...No podéis creer ilustre señorita, que la emancipación de la mujer exija que sepa manejar el florete, que domine la bicicleta, que expuesta a las intemperancias y a las groserías arriesgue su tranquilidad y su pudor en la mesa de un café o vocifere en un club. Esa no sería una mujer, sería un fenómeno”. (3)

Con textos como estos se advierte una declaración beligerante contra las mujeres-fenómenos que rompieron paradigmas de convivencia social. Esto no fue escuchado por un grupo de cubanas pragmáticas que hicieron proclamas y actos de toda índole que iban desde el estudio en universidades, formaciones de asociaciones "semi-ilícitas", hasta la incorporación a la subversiva corriente feminista (4)

Cambiando el espacio de la política: ¿patriarcal, maternal o infernal?

La participación de mujeres cubanas dentro de las filas independentista no trajo el cambio esperado por ellas dentro de las concepciones patriarcales de los lideres patriotas .De igual modo el diseño de la política colonial excluía una participación de las mujeres en las actividades de las organizaciones que influían en la determinación de normas y leyes (5)

La última etapa de la querra permitió el asociacionismo político con la formación de clubes femeninos independentistas pertenecientes al Partido Revolucionario Cubano de José Martí. Aunque la mayoría de estos clubes siguió patrones conservadores por parte de sus lideres de ambos sexos, sobresalieron algunas integrantes que no quisieron seguir siendo evaluadas como "flores o niñas", arquetipo frecuentemente utilizado para calificarlas, como fue el caso de Quirina Martínez, perteneciente al Club "Mercedes Varona" de Nueva York, quien también montó bicicleta, además de cortarse el pelo y fumar cigarrillos en público y como Edelmira Guerra quien quiso que se cambiara la capital de La Habana para Cienfuegos(6).

Tanto delirio de renovación preocupó a los emigrados revolucionarios quienes se encargaron de escribir en el periódico independentista Patria un llamado de alerta que vaticinaba que tanta novedad de ideas sobre la mujer, podía resquebrajar la moral religiosa, sobre todo si estas iban en ciclo:

"Ya se ha dicho que la bicicleta ocasiona tales degeneraciones que los aficionados a ese sport, poco a poco van acercándose al mono de Darwing y de Littre. No es menor la decadencia que produce a las mujeres, y he aquí lo que les predice un sabio inglés: la mirada se vuelve fija, los labios se deprimen, las manos se agrandan y enrojecen, los brazos se tornan musculosos y pierden sus curvas encantadoras, por último, los pies se abullan y se hacen deformes. Con tantos inconvenientes ¿Habrá aún muchachas que sueñen con las bicicletas? (7).

La posibilidad de replica con posiciones feminista ,condicionadas por las formas de expresión cultural y política subalternas de las mujeres cubanas ,en el contexto colonial fue llevado principalmente por escritoras e intelectuales capaces de convocar a un numero completo del influyente periódico El Fígaro del 24 de febrero de 1895, el editorial resumía el espíritu de sus autoras de esperar el momento propicio de derrumbar: “la muralla donde las leyes tiraron una línea entre el hombre y la mujer ,y sobre esa línea alzaron las costumbres... ” (8)

La escritora Aurelia Castillo, autora del mencionado editorial, argumenta en su texto que la división de la sociedad en espacios donde la mujer no participa y en las que solo el querrero hombre tiene participación “quien no paga su contribución de sangre, no puede tener voz ni voto en los destinos de la nación” (9)


Las new woman no son pretty

La ya legendaria canción “Pretty woman” del músico ingles Roy Orbison comteporaniza un viejo dilema sobre los paradigmas a seguir por una mujer que pretenda asumir el calificativo de bonita

El asumir las costumbres del modelo feminista norteamericano también tenia la nueva de asumir los estereotipos de belleza femenina, que se anteponían a la belleza criolla donde la mujer era aceptada como un “objeto de lujo y ostentación” (10)

Las criticas a los nuevos arquetipos norteños estaba muchas veces ligados con criticas nacionalista, lo que muchas hacia imposible deslindar los comentarios de carácter androcentristas,un ejemplo de ello es el comentario del columnista Luis Carbo titulado “Latas Pedagologicas”,donde se habla de la situación de inseguridad de los maestros cubanos ante el nuevo sistema de educación yanqui ,al final de su critica añade haciendo alusión a un maestro cubano ”¿Y si se enfada ?,que deje el puesto ,que vendrán a ocuparlo profesoras yanquis ,marimachos(new women) que americanizaran el país ,preparándolo suavemente para la anexión...” (11)

Los sueños en ruedas también estuvieron presentes pese a todas las críticas y lograron imponer una moda fomentada a partir de 1898 con la intervención norteamericana donde el estilo e imagen de la mujer yanqui fue utilizada como antimodelo femenino. La prensa habanera fue implacable con las new-women norteñas y uno de sus más importantes rotativos El Fígaro, de forma peyorativa, aseveraba: “... ¿Qué como se traduce libremente en idioma castellano el término de new-woman...? La traducción exacta en mi sentir es esta MARIMACHO" (12)

Algunas mujeres, sobre todo en La Habana, no hicieron caso al desenfreno conservador y practicaron sus ejercicios que en más de una ocasión causaban molestias y accidentes. Por este motivo se aprobó el 26 de enero de 1900 un decreto de la Alcaldía Municipal, autorizando a "señoras y señoritas a que transiten en bicicleta en la Avenida de Paula" (13)

No todo fue critica hacia el ciclismo, también hubo quien semióticamente lo interpretó como un rasgo de la modernidad, al añadir que "...con los automóviles y las bicicletas que lo cruzan, no parece que la Habana perteneciera por espacio de cuatrocientos años a la caduca España" (14)

La modernidad del nuevo siglo debía incluir que se borraran los arquetipos diseñados por la colonia española donde el ejercicio femenino no era muy bien asimilado. La irrupción significativa en 1900 de mujeres a los espacios públicos de la ciudad fue tomado como algo muy novedoso y seductor, pero la inmensa mayoría de la prensa se oponía a que fuera en bicicleta.

Otro artículo del rotativo El Fígaro del 1 de julio de 1900 clamaba porque las mujeres habaneras fueran a pie "prefiriéndolo a todas las comodidades" (15) o excentricidades de manera que al ir caminando por las calles de Obispo, San Rafael o El Prado el flirteo, que vivía momentos de gran apogeo, permitiría "el encuentro de dos miradas, en el choque de dos sonrisas" (16), en la que las habaneras encontrarían su galán.

Las reminiscencias para nuevos paradigmas de la mujer cubana, encontraron fuerte oposición en la inmensa población masculina y parte de la femenina que si bien admiraban algunos síntomas de prosperidad y modernidad con la cruzada norteamericana, no admitían otros valores que atentaran contra el poder hegemónico masculino.


Citas y notas

1-La carta de Antonia Martínez fue escrita en La Habana el 15 de noviembre de 1908 a María Collado.
Ver Archivo Nacional de Cuba (ANC), Fondo Donativos y Remisiones, Fuera de Caja No.68.

2-La que comentamos en este artículo es la que el autor ha oído desde su niñez, pero según se ha podido comprobar con otras personas que fueran encuestada para el trabajo como Ofelia Machado, mujer cubana de la generación nacida en los años cuarenta, este canto ha tenido algunas transformaciones.

3-Este artículo puede verse en “La Carta del Sábado" La Habana 29 de diciembre de 1894 en A.N.C, Fondo Donativos y Remisiones, Caja 428, Exp.3-a.

4-En la década del 90 en Cuba, se comenzó a nuclear alrededor de algunas intelectuales como Aurelia Castillo y María Luisa Dolz un grupo de mujeres iniciadoras del feminismo social.
Ver: González, Julio Cesar "Historia de la mujer en Cuba: del feminismo liberal a la acción política femenina" en Boletín del Archivo Nacional de Cuba, La Habana, Editora Política, 1998, pp.3-15.

5-En conversaciones con la socióloga Judith Astelarra de la Universidad Autónoma de Barcelona hemos podido debatir sobre algunos de estos aspectos. Ver: Astelarra, Judith. Participación Política del las mujeres, Madrid, Siglo Veintiuno, 1990.


6.- Esta proclama tenía otra serie de reivindicaciones que incluía el divorcio y el sufragio.
Véase "Club Esperanza del Valle" en ANC: Fondo Donativos y Remisiones Caja 279, exp.15.

7.-El periódico Patria pese a haber pertenecido a un partido democrático y renovador, no tuvo una posición de avanzada en la temática de la emancipación femenina.
Ver Patria, Nueva York, 8 de octubre de 1897.

8-Ver Castillo, Aurelia “Esperemos “en El Fígaro, La Habana, 24 de febrero de 1895 p.66

9- ídem

10-idem

11- Ver Carbo, Luis “Latas Pedagologicas” en El Fígaro, La Habana, 21 de enero de 1900

12- Este artículo fue escrito por Luis Carbó para una sesión del periódico denominado Intermezzo Cómico.
Ver El Fígaro, La Habana, 25 de junio de 1899.

13-Este decreto no fue el único que acordaría la Alcaldía Municipal para limitar el espacio público de las ciclistas.

Ver en A.N.C. La Gaceta, La Habana, 7 y 27 de junio de 1899 y 26 y 28 de enero de 1900.

14-Galvez, Wen. "Fe de vida" en El Fígaro, La Habana, 1 de julio de 1900.

15-"Las habaneras a pie" en El Fígaro, La Habana, 1 de julio de 1900.

16-Idem.

¿Dónde están las JoJazz cubanas?

por: Ernesto Díaz Calderín.

Hace 10 años se creó un festival con el propósito de que los jóvenes cubanos amantes del jazz tuvieran su espacio y recrearan su imaginación. El JoJazz es un concurso donde intervienen los jóvenes provenientes de las escuelas de formación artística y los conservatorios de música.

El tema que me convoca a escribir del evento es la poca participación de las mujeres de forma general y la ausencia en las jornadas de concurso. Salvo la presencia de la joven talento Camila, que compartió premio en la pasada edición con el pianista Jorge Luis Pacheco, la intérprete del saxofón barítono, la flautista y la percusionista, integrantes de la jazz band, así como otra cantante que se presentó en la gala inaugural y una joven que participó de acompañante en la jornada de composición, no hubo más presencia femenina.

Este hecho me llama poderosamente la atención, si tenemos en cuenta que en ediciones pasadas se ha contado con la participación de muchachas con mucho talento provenientes de las escuelas de formación artística. Es el caso de Yipsi, una joven drumer, premiada en festivales anteriores y que demostró que podía brillar con luz propia en ese instrumento. Está también la vibrafonista Tamara Castañeda, ganadora en los concursos celebrados en años anteriores. Está el caso del cuarteto de voces que según el criterio de Chucho Valdés, es el mejor que ha existido en Cuba en los últimos 30 años, me refiero a Sexto Sentido.

La celebración del JoJazz, coincidió con la jornada internacional en pro de los derechos de la mujer y durante esos días en Cuba tuvieron lugar seminarios, conferencias y debates acerca de la teoría de género y la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en nuestro país. Me resulta contradictorio que a pesar de ese discurso en una manifestación artística como el jazz se note tanto la ausencia de talentos femeninos que realmente existen en nuestra isla. Pretender explicar aquí las razones sería entrar en el campo de la especulación y no es el propósito de este comentario.

Podría verse como un fenómeno aislado y podría ser incluso resultado de las casualidades. En el medio del evento me encontré con un joven músico y quise conocer su opinión al respecto. El joven me explica que no es costumbre que las mujeres participen en los concursos como competidoras, durante el tiempo que él lleva estudiando en el conservatorio nunca ha visto un movimiento masivo de las mujeres por abrirse camino en estas citas competitivas. Este muchacho no mostró ninguna preocupación por el tema, al contrario, respondió sin ningún problema: “es normal que no participen”.

Reacciones como estas son frecuentes a la hora de evaluar la actuación de la mujer en cualquier ámbito tradicionalmente asociado al hombre, la música y en este caso el jazz no están ajenos a este fenómeno.

Resulta frecuente que a la hora de hacer mención de las máximas figuras del jazz en Cuba, salen a relucir músicos que demostraron su capacidad interpretativa y que revolucionaron el jazz en nuestra isla, adaptando las diferentes influencias musicales del exterior a la música cubana.

Ellos representan el motor impulsor para las nuevas generaciones que siguen sus pasos artísticos e interpretan sus obras. Por lo general esas grandes personalidades del jazz han sido hombres.

En Cuba, en la actualidad, se pueden citar pocos ejemplos de la presencia femenina en el jazz, Bellita y su jazz tumbata, la agrupación Las Canelas. Estas agrupaciones, si bien son las más reconocidas, tampoco cuentan con la promoción requerida por parte de nuestros medios de comunicación masiva, la radio y la televisión.

Reconocer a la mujer no implica necesariamente el desplazamiento social del hombre, es reconocer los agentes activos de la sociedad, es apostar por un futuro que incluya tanto a hombres como a mujeres, donde la música sea un espacio de socialización y “la música de los músicos”, como se ha denominado al jazz, sea practicada por hombres y mujeres por igual. Sugiero que el talento musical tenga la última palabra, sin distinción de sexo.

lunes, 9 de febrero de 2009

Vicentina Antuña: contribuciones a la paz y el feminismo en Cuba

Por Julio César González Pagés.

El feminismo ha sido un término muy cuestionado, interpretándose en muchos casos como un símil del machismo. Esta comparación es errónea porque independiente de cualquier tendencia extremista en otras latitudes, en Cuba cumplió un papel revolucionario, permitiendo la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, como la Ley de la Patria Potestad (1917), la Ley del Divorcio (1918) y del Sufragio Femenino (1934).
Sobre el feminismo cubano existe una amplia bibliografía que pudiera estudiarse con mayor profundidad. Personalidades de la cultura nacional como Vicentina Antuña, Mirta Aguirre, Camila Enríquez Ureña y Enrique José Varona aportaron ensayos de inestimable valor.
Las experiencias vividas en los espacios privados y públicos por las mujeres del siglo XIX en Cuba, pueden acercarnos a una apreciación más certera de cómo y cuándo fue que se tomaron las primeras ideas conocidas como “feminismo” por las mujeres y hombres del país. En esa época se fomentaba el paradigma de mujer-santa que desempeñaría los roles maternales, maritales y domésticos, bien alejados de todo lo que la separase de su condición estigmatizada de “bello sexo” o de “sexo débil”.
En la década del 70, las ideas de una educación especial para la mujer permitieron una asimilación mucho más rápida de las nociones feministas. Los colegios para señoritas -como se les denominaron- permitieron que pedagogas como Dora Galarraga y María Luisa Dolz ganaran en prestigio, sobre todo la Dolz, que incluyó la Segunda Enseñanza, requisito obligatorio para la entrada de mujeres cubanas a la Universidad.
El siglo XIX marcó el surgimiento de las primeras ideas feministas en Cuba, que se reflejaron sobre todo en la década del 90 en mujeres como Elvira Martínez, Angela Landa, Martina Piedra Po, Fany Galarraga, Aurelia Castillo y María Luisa Dolz, autora esta última del discurso femenino más polémico de la década, Feminismo injusticia de los códigos, el cual se reflejó en una veintena de publicaciones que incluyeron los rotativos de mayor difusión del país.
En el siglo XX otro acontecimiento trascendental para las mujeres sucedería el 21 de marzo de 1918, cuando un grupo de ellas se nucleó para conformar una de las organizaciones más importante del feminismo nacional: el Club Femenino de Cuba.
Este Club seria el encargado de promover el primer intento de federación de mujeres en Cuba en el año de 1921. La Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba, convocaría el 11 de octubre de 1922 a la celebración del I Congreso Na¬cional de Mujeres que tendría la particularidad de ser el primero celebrado en Hispanoamérica.
En el acto inaugural, celebrado el domingo 1 de abril, a las nueve de la noche, en el Teatro Nacional, y ante una concurrencia que lo abarrotó, Pilar Morlón pronunció un discurso donde ella misma se sorprendía de que el Congreso fuera ideado y autofinanciado por las propias mujeres:

Una revolución, sí, efectivamente es revolución pacífica o evolución, no importa el nombre, pero algo nuevo, algo desconocido entre nosotros, donde hasta hoy la mujer tuvo sus actividades limitadas a un papel humildemente pasivo, algo cambiado inexorablemente en la marcha habitual de nuestras cosas (...) Es ésta nuestra Revolución.

Dos años después es celebrado el II Congreso Nacional de Mujeres, del 12 al 18 de abril en los mismos escenarios que el anterior.
A trece años de los dos primeros congresos la izquierda femenina ganaría auge, esta sería la nueva fuerza protagonista en el Tercer Congreso Nacional Femenino que se celebraría en La Habana entre los días 18 y 22 de abril de 1939.
Una de las grandes protagonistas de esta nueva etapa del feminismo en Cuba fue Vicentina Antuña, integrante de la mesa ejecutiva principal y del comité gestor de este Tercer Congreso.

En una de las proclamas Pro Congreso elaborada por Antuña, se expresaba que esta representaba una nueva era para la mujer cubana, que ya tenía el voto pero añoraba otras conquistas y afirmaba:

Ante ese panorama un grupo de mujeres, sin otro título que su dedicación entusiasta a la lucha por los derechos femeninos y su participación en la vida social de Cuba desde la fábrica, la profesión, la cátedra, o el aula, ha creído que precisaba organizar de inmediato una amplia reunión, un verdadero Congreso Nacional, en la que la representatividad de la mujer cubana en sus diverso sectores, clases y credos, armónicamente juntas en el afán de resolver las cuestiones que ha todas nos afectan.

Este Congreso, a diferencia de los dos anteriores, no permitió ataques políticos, religiosos o ideológicos entre sus delegadas, que tenían como lema "Por la Mujer, por el niño, por la paz y el progreso de Cuba”.
La coyuntura internacional matizada por la actividad disuasiva de la URSS con respecto al avance del fascismo, influyó de forma directa en la programación del evento. El ánimo antibélico podía ser leído en las convocatorias a las actividades: "Gran acto contra la guerra imperialista. Organizado por el Tercer Congreso Nacional Femenino. Allí todas las mujeres de este barrio alzaremos nuestras voces para decir que Cuba no participe en esta guerra.”
La expansión del programa del evento llevó a realizar actos durante todo el año de 1939 en los más disímiles barrios de La Habana: Las Yaguas, Arroyo Naranjo y Habana Vieja, y en algunas provincias como Ciego de Ávila y Santa Clara. Las actividades estaban dirigidas fundamentalmente a las mujeres de menos recursos, y la propaganda así lo expresaría al exhortarlas a la "igualdad de derechos para la mujer negra, por trabajo igual, salario igual. Por una Constituyente que garantice plenamente los derechos específicos de la mujer".
De las 2 000 delegadas presentes en el evento, alrededor del 20% eran negras, muchas de las cuales representaban a sectores obreros o familiares, marco que fue aprovechado por ellas para crear diferentes grupos según el gremio ocupacional, siendo uno de los más significativos el Comité de Mujeres Familiares de Obreros de Ómnibus Aliados
Dada su eminente simpatía por la causa de la izquierda, la prensa burguesa se ausentó del Congreso; sin embargo, esta acción no pudo impedir que los actos convocados, incluyendo la inauguración en el Teatro Nacional, alcanzaran una repercusión nacional.
En sus palabras antes el Congreso Vicentina Antuña afirmaba:

“La mujer que ha estado quemando su vida en desvelos constantes procurando nutrirse de la Cultura universal para después ponerla al servicio social del magisterio. La que ha sufrido tantas veces las pretericiones en todos lo ordenes de la actividad humana. Las que han tomado el camino político procurando encontrar, mediante el mismo la salvación de esa desigualdad. Esta mujer, cuyos problemas van a ser discutidos ahora con el respaldo de la inmensa mayoría y la fuerza de que ello podrá significar ante los organismos encargados de responder nuestros clamores, no podrán estar ausentes de este Congreso(…)

Ese mismo año, el 25 de julio, una de las organizadoras principales del evento, Camila Henríquez Ureña, disertaría con una conferencia donde demostraba el grado de madurez del feminismo de izquierda en Cuba. Henríquez Ureña, en una conferencia pronunciada en la Institución Hispano Cubana de Cultura, habló, sin ambages, de la situación de la población femenina en Cuba, exhortándola a desarrollar su autoestima:

Hay un campo, sin embargo, en que las mujeres tenemos que construir desde ahora: nuestro campo interior. Nuestras virtudes tradicionales han sido negativas: sumisión, obediencia, silencio, apartamiento, fragilidad. Las funciones de la nueva vida a que nos asomamos nos exigen cualidades positivas: independencia de criterio, firmeza, serenidad, espíritu de cooperación, sentimiento de comunidad humana. Esto es muy difícil (...) pero esa etapa terminó, y aunque lo lamenten los que lo temen, hemos de seguir adelante

Las conclusiones de esta reunión femenina exigieron una reforma a la Carta Magna de la República exhortándola a:
La derogación de todos los artículos del Código Civil que establezcan desigualdades entre el hombre y la mujer e impidan el ejercicio conjunto o separadamente de los derechos que emanan de la unión conyugal en relación con los hijos o entre sí. Llevar esas modificaciones a los códigos, leyes, decretos leyes o disposiciones de cualquier índole que afecten a la mujer en su personalidad jurídica.
Los debates del Tercer Congreso Nacional Femenino se extendieron a todo el año 1939 con el argumento de “la igualdad de ambos sexos”, lo que permitiría que este tema fuera priorizado en las sesiones de la Asamblea Constituyente. Esta reunión tuvo la particularidad de contar por primera vez, con la asistencia de tres mujeres
El primero de julio de 1940 entró en vigor una avanzada Constitución donde el movimiento feminista obtuvo importantes reivindicaciones. El reconocimiento de sus derechos en la Ley Fundamental de la República significó así una ruptura con respecto al androcentrismo expresado en la Constitución de 1901
La Constitución de 1940 no cambiaría en la práctica la situación de inferioridad de las mujeres, las cuales continuaron percibiendo salarios más bajos que los hombres. Esta nueva Constitución, no obstante, permitió que las mujeres cubanas dispusieran de una serie de reconocimientos, desconocidos en otras áreas de Latinoamérica. Terminaba así la época más gloriosa del feminismo cubano, la correspondiente a la lucha por el reconocimiento de sus derechos civiles, entre ellos, el del voto.
A partir de 1940, con la firma de la nueva Constitución, y con ella la ratificación del derecho al voto, este movimiento se atomiza, ganando en pluralidad, pero perdiendo la unidad en este objetivo común.
La incorporación de forma escalonada de diferentes sectores sociales y raciales representados por mujeres obreras y negras también fue un logro de un movimiento donde la pluralidad fue algo que lo caracterizo y que no le permitió unidad en objetivos comunes.
En palabras de la abogada feminista cubana Ofelia Domínguez Navarro era muy difícil conciliar los mismos intereses, en una Asociación, de la Marquesa de Tiedra y los de las Obreras despalilladora de tabaco, integrantes todas de la Alianza Nacional Feminista, en 1928, por solo citar un ejemplo.
De forma general el periodo que se enmarca entre las décadas del 20 y del 30 lo podemos señalar como el más importante dentro del movimiento feminista en Cuba. Esta etapa enmarcada dentro del feminismo liberal se vio caracterizada por la creación de 36 asociaciones feministas que nuclearon en este periodo a mas de 50 mil mujeres capaces de difundir estas ideas en todo el país, sobre todo partiendo de los Congresos Feministas realizados en este periodo en los años de 1923, 1925 y 1939.
La labor unitaria desarrollada por Vicentina Antuña en este periodo fue decisiva sobre todo por su entusiasmo no solo en el tema del feminismo y los derechos de las mujeres sino también por la Cultura de Paz.
Ella expreso en la Clausura del III Congreso de Mujeres en 1939:

Pero la paz no puede concebirse tan sólo en el orden internacional. Hay una paz nacional, interna, que también es necesario mantener a toda costa y que la mujer, como ningún otro factor, esta impelida a defender. Durante los últimos años Cuba, puede decirse ha vivido de manera provisional, siempre zozobrante y esperando que el equilibrio político pudiera quebrarse en uno u otro sentido. Como hemos dicho el Congreso no puede tener un matiz partidista ni esencialmente político. Pero creemos que no hay mujer honrada que pueda sostener sin sonrojo, que le es indiferente el porvenir de su país. En verdad sabemos las mujeres que el futuro de Cuba depende de nuestro propio futuro. Y que si esa mañana en vez de progreso y de paz es de guerra civil y de quebrantamiento de los ideales patrios, permanecerá la mujer sometida más que nunca al vasallaje y la desigualdad que ahora quiere superar. Por eso, nuestro Congreso tendrá que ser también –por proponerse la liberación de la mujer- una contribución al progreso y al desarrollo pacífico del pueblo cubano.

Su ferviente apoyo a los temas de la Paz en Cuba y el mundo la llevaron a conformar el secretariado del Congreso Nacional Por la Paz y La Democracia, en 1939, junto a conocidas figuras como Emilio Roig y Elías Entralgo. En un llamado a la unidad y adhesión al mismo, Vicentina proclamaba:

La persistente tensión internacional, los síntomas de la amenaza de una nueva guerra, han producido en los últimos tiempos la movilización activa de las fuerzas que en todos los países del mundo ansían el mantenimiento de la paz y propenden a que las contradicciones existentes entre las grandes potencias sean resueltas por la vía pacífica y no por medio de la contienda armada.
Expresiones de esa gran movilización mundial a favor de la paz han sido el Congreso de Escritores y Artistas celebrado recientemente en la ciudad de Nueva York, al que concurrieron figuras de las mas destacadas en las letras, artes y ciencias de los distintos Continentes, y el Congreso Mundial de Partidarios de la Paz que se ha efectuado en París, donde mas de tres mil delegados en representación de 600 millones de hombres y mujeres de todos los parajes de la tierra expresaron su firme voluntad de Paz.
Considerando que Cuba esta obligada a contribuir en la modesta medida de sus posibilidades a la tarea de asegurar la paz, un grupo de hombres y mujeres representativos de los más variados sectores nacionales, hemos tomado la iniciativa de llamar a la celebración de un Congreso Nacional por la Paz y la Democracia
.

Los ideales por los que lucho y vivió Vicentina Antuña aun están vivos, por eso este año en su cien aniversario nos unimos a sus empeños por Federar y unir los ideales de mujeres y hombres con vocación revolucionaria, feminista y pacifista.

La socialización de las masculinidades de los músicos cubanos en el universo musical de los Estados Unidos (1940-1950).

Por: Ernesto Díaz Calderín.

La historia de nuestro país, cuenta entre sus esferas más importantes en el proceso de formación de la nación, al ámbito de la cultura y todas las manifestaciones que la comprenden. Es válido señalar que uno de los elementos más importantes dentro de esa cultura ha sido la música, manifestación que si no ha sido la de mayor peso, si ha representado el exponente más fiel de nuestras raíces y ha sido de las manifestaciones más representativas de la identidad nacional.
La música cubana, como lo han planteado numerosos investigadores de la materia , es el resultado de un largo y complejo proceso de transculturación que dio como resultado la que conocemos hoy. De esta manera se comportó el desarrollo musical en la isla a lo largo del siglo XX, donde recibió influencias de otros ritmos que en cada época se han puesto de moda, ritmos que han sido incorporados al acervo cultural de la isla
La música, es una manifestación artística que ha representado socialmente a cada época, independientemente del sonido musical característico. Esta vez es la década del 40, el período de análisis de los músicos cubanos y el decurso de sus vidas en los Estados Unidos. Partiendo de un análisis desde la perspectiva de género y específicamente desde la teoría de las masculinidades, es que se pretende comentar la socialización de los músicos cubanos en el proceso migratorio hacia el país norteño, así como el destino que les depara su incursión en el mundo del espectáculo.
Masculinidades socializando:
Sobre la base de lo que representó la música popular, con los estilos musicales que estuvieron de moda en la época, es que se pretende hacer el comentario del período citado. Músicas que inundaron los escenarios de Cuba y del resto del mundo, en particular los Estados Unidos . Al respecto señalaba una revista de la época:”…París y Londres estaban más preocupados en los nuevos pasos de la conga y el son, que en la amenaza de Hitler”. Así cubría el fenómeno de la música cubana una de las revistas más ilustres de la época, la revista Carteles . Frase que demuestra la aceptación de la música cubana en el universo musical de los Estados Unidos y que responde a la confluencia musical entre ese país vecino y la isla. Desde finales del siglo XIX, el surgimiento de las empresas de disco y el marcado interés de los productores de Broadway, trajo como consecuencia la inserción de los músicos cubanos, de forma permanente o temporal.
En este proceso de incorporación a la dinámica musical de los músicos cubanos, también merece un análisis, el proceso de socialización en el cual estuvieron inmersos, entendiendo por socialización “al proceso mediante el cual el individuo -en este caso los músicos cubanos- adquiere el aprendizaje de la cultura de la sociedad donde vive, a partir de la aceptación de normas y patrones que le permiten asumir los roles que le posibiliten entablar relaciones sociales e interactuar con los individuos.”
Teniendo en cuenta lo anterior y la masculinidad como la construcción social que se hace alrededor de los hombres, además todos aquellos comportamientos, actitudes físicas y mentales que se esperan de él. Los músicos cubanos experimentaron un complejo proceso de inserción en el campo musical.
La vida de estos músicos cubanos fue bastante compleja en el marco de las relaciones sociales, si bien la música era aceptada en el ambiente musical de la época, los ejecutantes vivieron un proceso diferente.
Atendiendo a algunos de los términos que definen la construcción de la masculinidad, dígase raza, nacionalidad, clase social es que se pretende comentar el proceso en el cual estuvieron involucrados estos músicos.
La vida en el exterior favorecía satisfactoriamente a estos hombres, pero hay que hacer un alto y ver en qué ambiente se movían. En el período señalado, el mundo del espectáculo, atendiendo al patrón de masculinidad hegemónico, estaba representado por el músico blanco. Teniendo en cuenta que en esos momentos los estilos musicales que más promoción tenían a nivel mundial eran el swing, el fox trot, ritmos que estaban representados, en su inmensa mayoría por músicos de piel blanca, integrantes del jazz band que fue el formato musical que se dio a conocer desde la década anterior.
La llegada de los músicos cubanos a los Estados Unidos, se ubica en la década del 20. Por esta época ya existía una colonia de boricuas ubicados en la llamada zona “latina” de Nueva York. A este lugar también llegaban los cubanos, con muy poco contactos con el llamado downtown, sitio de algunos músicos blancos de la época. Pero a su vez tenían contacto con los barrios afroamericanos, Harlem.
Por una parte el ambiente musical era el propicio y las migraciones latinas anteriores habían creado una infraestructura para que se desarrollara. Cines, teatros, cabarets, emisoras radiales y salones de baile. Pero a su vez esta separación por barrios, con un marcado componente discriminatorio hacia los músicos latinos, es el resultado de una compleja relación de poder establecida por la sociedad norteamericana, en la cual los complementos raciales y nacionalidad, seguían constituyendo un elemento fundamental de distinción que tuvo su origen en años anteriores y que aún perduraban por esta época, independientemente de la aceptación de la música que producían.
Sería válido destacar, atendiendo al análisis que se ha estado llevando con la socialización de los músicos, que muchos de ellos incursionaron en estilos musicales asociados con la música africana y el jazz, el cual tomó el nombre de Cubop, término acuñado por el destacado músico Dizzie Guillezpie. Música que estaba de moda y desde el punto de vista comercial tenía más éxito, a diferencia de lo que pasaba en Cuba, que incluso las orquestas con el formato de jazz band ejecutaban música tradicional.
Existía una realidad, los músicos cubanos, en comparación con los músicos provenientes de otras áreas del Caribe , tenían una mayor aceptación. Las razones son desde el punto de vista musical.
Desde los primeros momentos de entendimiento de esta música, su sonoridad y ritmo alcanzaron una aceptación por el público y los grandes círculos de poder, se empezaron a mezclar los ritmos de la isla con los americanos con lo cual fluyó el contacto entre los músicos de ambas orillas.
Otro aspecto que refleja la preferencia de la música cubana con la música de otras áreas del Caribe, es que durante el período de la República, muchos artistas, cabarets, teatros y hasta las orquestas de los Estados Unidos se cambiaban el nombre al español, lo cual le garantizaba el éxito y reconocimiento.
Por lo tanto uno de los elementos que favorecía el complejo proceso de inserción de los músicos, era la nacionalidad y la confluencia existente con el mundo musical norteamericano. Acontecimiento que se registra desde la segunda mitad del siglo XIX, período en el cual los productores de la”Gran Manzana” depositaron sus expectativas en lo que acontecía en la isla.
A pesar de esta preferencia por los músicos cubanos en el mercado musical de los Estados Unidos, estos de igual manera estaban discriminados y la acogida no era igual para cada uno de ellos. Existían una serie de exigencias de corte estético que favorecían a algunos músicos más que a otros.
Un ejemplo de este fenómeno expuesto, es que en una de las revistas, que ya fue citada en este trabajo, la Carteles, además una de las revistas cubanas a la cual se tuvo acceso de este período que reflejaba la vida cultural que acontecía a nivel mundial. En la misma aparece en varias ocasiones el éxito y el impacto causado por la orquesta de Miguelito Valdés en los Estados Unidos, así como los temas que más sonaban y en los diferentes teatros que se presentó.
El acontecimiento resulta llamativo, si se tiene en cuenta que en el período que se está analizando se registra la llegada de músicos cubanos, que de acuerdo al criterio de Leonardo Acosta, “fueron la influencia de mayor peso y autenticidad de la música cubana en Nueva York” , me refiero a Alberto Socarrás, Alberto Iznaga, Mario Bauzá y Frank Grillo (Machito), músicos negros. Además de la presencia en las orquestas de jazz del destacado percusionista Luciano “Chano” Pozo.
Lo que demuestra que independientemente, de que los cubanos eran bien acogidos por su música, no escapaban a los prejuicios raciales existentes en la época y que el patrón de hombre ideal, incluso en la esfera musical y artística, seguía estando representado por el hombre blanco norteamericano.
El ambiente social, sin dudas constituyó otro escenario de retos para nuestros músicos. La bienvenida a su música no constituyó necesariamente la acogida a sus músicos, sobre todo en los sectores de poder de la sociedad americana. De la misma forma que se establecían en la isla las distinciones por música y se ubicaban locales donde la entrada estaba mediada por el color de la piel. En el país norteño, la nacionalidad, la raza y la música, también representaron factores de división para estos músicos.
La música fue un elemento de distinción para estos hombres que de igual manera eran víctimas de los embates de los códigos sociales impuestos, del racismo existente, al cual no escaparon.
A pesar de esta realidad. Los músicos cubanos marcaron una pauta en la vida musical de Nueva York, su música se difundió por el mundo entero y sirvió de base para la ejecución de muchos ritmos salidos del país vecino.
Los músicos cubanos salieron de Cuba, llegaron y triunfaron. Las desavenencias que sufrieron no afectaron su manera de hacer la música con el sello que la caracterizó. Estos hombres llegaron con su música cubana a la cúspide del mercado musical, al país de Broadway y Hollywood, a la ciudad de las grandes avenidas y la convirtieron en universal.

Historia de Mujeres en Cuba: Relaciones sociales hacia la sexualidad femenina en la década de 1950.

por Neida Peñalver

Con el avance de la República los efectos de la modernización penetraron cada vez más en la sociedad y en la vida del país. La década de 1950 inauguró para Cuba nuevas relaciones sociales referentes a la figura femenina y su incursión en los espacios públicos y privados. Las concepciones sociales en cuanto a la sexualidad femenina se construyeron a partir de transformaciones, que convierten a este período histórico en muy diverso y contradictorio desde el punto de vista de los estereotipos sexuales y los roles socialmente reconocidos para las mujeres.

La década del 50 significó un punto esencial respecto a la evolución de la sociedad cubana hacia nuevas formas de concebir la sexualidad. Los estereotipos resultantes de este período, conjugaron los diseños tradicionales con una nueva imagen más atrevida de la mujer, la cual se extendió al ámbito de lo sexual y fue popularizada a través del cine, la televisión, el espectáculo y la promoción de productos de mercado.

La influencia norteamericana idealizó también nuevas formas de vida, que se fueron materializando en la medida en que la mujer incrementó su acceso a la educación y a la vida pública. No obstante se mantuvieron vigentes los roles asignados para cada uno de los sexos, sobre todo en los espacios privados. Sólo que esta vez se acentuaron cualidades como la belleza femenina, la elegancia, el glamour y otras más vinculadas a la sexualidad. Me refiero a la sensualidad, el erotismo, la frivolidad. Todo en un plano muy sublime y dentro de límites impuestos a la aún vulnerable moral femenina. En el caso de los hombres fue decisivo el éxito y la fortuna.

Los arquetipos tradicionales tomaron nuevas formas con relación al nuevo contexto histórico. Aunque en esencia se siguieron reproduciendo los mismos diseños de moral sexual, ya anacrónicos. Se reconoció la idea del sexo por placer, pero desde el poder se continuaron validando conceptos conservadores. El sistema educativo, la familia y otras instituciones sociales legitimaban dichos ideales.

Se trató de una dualidad en los comportamientos sociales hacia la sexualidad, que readaptó los tradicionales “diseños de moralidad femenina” y “moralidad masculina” a las nuevas condiciones impuestas por la participación más activa de las féminas en los espacios públicos y el contexto histórico en general. Incluso esta característica es posible encontrarla a través de la asimilación de algunas actitudes y la condena de otras, dentro de un mismo grupo social. Es decir, con la modernidad fueron asumidos nuevos comportamientos, muchas veces sin que estos determinaran una relajación social total respecto a los modelos tradicionales.

El carácter social de la sexualidad la hace susceptible a este tipo de regulaciones. La modernidad demandaba cambios que no fueron equivalentes con los promovidos a nivel institucional. Las divergencias entre educación , la imagen de la mujer en la política y la madre de familia común, pusieron límites a la liberación femenina. A nivel social persistieron criterios que mitificaron la sexualidad de las mujeres al estilo convencional.

En el caso de las relaciones de los sexos, el impulso de libertad tuvo que ser que ser controlado por el sentido de responsabilidad moral. Una de las primeras cosas que la madre trataba de infundir en su hijita fue el sentido del pudor en cuanto concernía a los órganos pélvicos y sus funciones. Esta cualidad, así como las de la reserva, la cortedad y el recato, aun constituían, en conjunto, el más bello atributo mujeril. Persistía el temor a perder el atractivo femenino si no se era recatada y pudorosa.

La creencia prevaleciente de que el varón prefería como esposa a la mujer falta de pasión hizo que ella se mostrase reacia a dejar ver su inclinación sexual y que se sintiese compelida a ocultar sus deseos. La virginidad continuaba siendo un atractivo subyugante, de valor inapreciable para el hombre. Esto es lo que el amante esperaba de su compañera.

En la década del 50, pese a la liberación de la mujer y a la supuesta favorable dinámica social para estos temas. Todavía llegaban a la consulta de los ginecólogos casos para diagnosticar la integridad del himen , como símbolo de la virginidad. Como si esto significara un estado perfecto de salud. Se evidenciaron casos de jóvenes que sufrieron conflictos afectivos por este motivo y cuyo matrimonio dependía del criterio definitivo de los médicos. Incluso hubo algunas que pidieron una reconstrucción del himen como símbolo de honor y pureza.

La virginidad del novio nunca fue investigada ni cuestionada. Al contrario, la experiencia sexual se mantuvo como símbolo de la virilidad y la masculinidad. El hombre perdía la virginidad anatómica casi siempre poco después de iniciada su adolescencia y en tesis general se aceptaban sus aventuras con una supuesta justificación fisiológica.

Así mismo los hitos alrededor de la virginidad femenina fueron interpretados como algo natural, en relación a los patrones de género ya establecidos. Pues la naturaleza agresiva de ellos determinaba la necesidad de dominar y vencer la resistencia de un objeto sexual, como reafirmación de su hombría. No obstante ya en los 50 algunos hombres se casaron con mujeres divorciadas. Creo que esto tuvo mucho que ver con la influencia de criterios foráneos. En muchos casos esta situación fue mal vista por la sociedad.

El matrimonio siguió siendo una vez más la vía idónea para la completa realización femenina. Este criterio perduró, a pesar de que en el período el índice de uniones legales decreció y aumentó considerablemente el número de divorcios. Las cifras fluctuaban en dependencia al sector social de que se tratase. No faltaron los intentos por revertir la situación. El adulterio y la prostitución representaban así mismo un desdoblamiento de la moral sexual. Aquí también se le permitía al hombre lo que se prohibía a la mujer.

No obstante a la persistencia de los preceptos conservadores que limitaban la participación femenina y delineaban su sexualidad; es frecuente encontrar criterios acerca de la relajación moral de la sociedad de los 50. Una vez más se demuestra la resistencia que algunos sectores ofrecieron a la modernización de las costumbres, sobre todo en la esfera sexual. La moral cristiano-burguesa, ignoraba los principios científicos y aun descansaba sobre bases subordinadoras de la conducta humana.

Muchas veces se responsabilizaba a la liberación femenina como la causa esencial de la “desmoralización”. El debate incluyó a los diferentes sectores sociales y se extendió incluso hasta el mundo intelectual. Al referirse al tema, el reconocido letrado del período Jorge Mañach comentó:

“…la moral es una norma y cambia con los tiempos. Es una adaptación del hombre a circunstancias exteriores. Cuando decimos que los valores tradicionales están en crisis no queremos decir (…) que esos valores están en trance de desintegración y de ruina, sino en período de transformación acelerada”

Mañach asocia el desorden de las costumbres de manera congruente a la época de transición, que según él vivía el país. Así mismo percibe los cambios como consecuencias de la indisciplina característica del período. También asocia la modernidad a la liberación de la mujer, lo cual fue un criterio muy difundido y que en este caso no estableció los límites entre lo que él consideraba acertado o no en materia de integración femenina y mucho menos sexual.

La heterogeneidad de criterios en torno a diferentes aspectos de las relaciones sociales vinculadas a la sexualidad, tuvo como resultado, en la práctica, una diversidad de comportamientos y una transformación acelerada de la sociedad hacia la asimilación de nuevos estereotipos; que si bien no trascendieron del todo a los preceptos tradicionales y conservadores, sí inauguraron una nueva faceta en la forma de asumir la sexualidad, tanto de hombres como de mujeres. Esto interactuó con una fuerte condena social a toda clase de resistencia contra lo moralmente establecido y reafirmado desde las instituciones representativas del poder social.
De este modo, la década estuvo caracterizada por un aumento considerable de divorcios. Se habla también de que las familias acomodadas limitaban los nacimientos. Se responsabilizó en estos casos, a la influencia de la vida social, las exigencias de la moda y la belleza femenina. Así mismo se juzgó al influjo psicológico de la escena y el espectáculo norteamericano.

El descenso de los índices de natalidad, aunque real, no significó una liberación de la función reproductiva de la sexualidad femenina. Solo que a nivel social se movían otros factores disociativos, relacionados al progreso y la modernización. No obstante la opinión conservadora lo consideraba como una traición a los deseos de la naturaleza. Esta condena involucró con mayor fuerza a las mujeres, obviando el gran número de hombres que vivían sólo por el placer sexual.

Como resultado de la condena social se practicaban abortos clandestinos. El Código Penal vigente penalizó este acto, aunque existían atenuantes cuando el móvil era ocultar la deshonra. Igualmente se practicaban algunos dentro de la ley, en los casos de graves daños en la salud de la madre. El embarazo resultado de una violación también podía ser eliminado, así como en situaciones de enfermedades hereditarias o contagiosas de carácter grave.

La prostitución fue considerada como el envilecimiento de la función sexual, el uso infame que se hace de esta función. Científicamente fue catalogada como integradora de todos los trastornos psicosexuales debidos a modificaciones del fin sexual normal. Esta definición incluyó además a todas las mujeres y hombres que hacían granjería de su sexo. La castidad y la fidelidad continuaron siendo los pilares de la moral sexual conservadora, sobre todo para las féminas.

Estas tendencias fueron muchas veces achacadas a liberación económica, educacional y social de las mujeres y al detrimento en varios sectores de los principios y las instituciones tradicionales . No obstante creo que la independencia femenina fue superficial; pues ellas no lograron zafarse totalmente de los estereotipos y fueron consecuentes con los estigmas.

El desarrollo de la Sexología.

Las transformaciones evidentes en el plano de la sexualidad durante la República; impulsaron al estudio científico de los mecanismos reguladores de esta conducta humana . Ya desde fines de la década del 30, hay evidencias de trabajos de este tipo. El Dr. Ángel Arce , y el Dr. José Chelala fueron los principales exponentes de esta tendencia.

La década del 50, significó el período de mayor profundización de los temas sexológicos. Justo entonces se hicieron más frecuentes las publicaciones al respecto. La obra del Dr. Chalala data en su mayoría de estos años. Las disfunciones sexuales resultó el punto de partida para las investigaciones. La mayoría de los autores cubanos citados en lo referente a la sexualidad tratan este fenómeno. Entre ellos se destacaron los doctores Ángel L. Portuondo, Francisco Cuellar y Orta Menéndez. Así como el profesor Francisco Martell.

La sexología en Cuba se desarrolló dentro de la medicina. Esto está implícito en la propia formación de quienes incursionaron en ella. Se estudiaban esencialmente cuestiones biológicas, médicas y fisiológicas de la sexualidad. Aún así se desarrollaron actividades de educación sexual, más bien desde el punto de vista médico, reproductivo, psicológico y de salud sexual.

Perduraron los modelos o estereotipos construidos culturalmente, independientemente de los estudios científicos. Estos últimos reconocieron muchas veces la influencia del medio social en la sexualidad, pero en la práctica no profundizaron en transformaciones radicales, por lo que no constituyeron un reto mayor que el de sacar a la luz un tema que se imponía en correspondencia con los nuevos tiempos. Al respecto el propio Dr. Arce escribió:

“Ha sido difícil abordar esta cuestión, y lo es en la actualidad, sin herir el pudor ajeno, y contradecir, en gran parte, costumbres que han convertido al sexo en una especie de tabú, destinado a un secreto inviolable (…)
Aquellos prejuicios han estado amparados por la moral, por la religión y aun por la ley”

Se trató de toda una tendencia que definió constantemente los límites entre lo normal y lo patológico dentro de las actitudes hacia la sexualidad. En ocasiones se cruzaron estas barreras para enfrentar una concepción más amplia del fenómeno. Así se definió por algunos a la sexualidad, dándole un campo más extenso al del estudio de la anatomía, la fisiología y el aparato genital. Este comprendía todas las manifestaciones del instinto sexual y las normas sociales, jurídicas y religiosas que las regulaban o la castigaban.

El interés social por dichos temas queda implícito nuevamente a través de la circulación en Cuba de la revista norteamericana Sexología y otra cubana con el mismo nombre y dirigida por el Dr. Arce, Nuevamente los años 50 parecen acaparar el mayor interés hacia cuestiones científicas alrededor de la sexualidad y la explicación del fenómeno. Las personas leían estas publicaciones, la de origen norteamericano, tuvo muy buena audiencia no sólo en Cuba sino en toda Latinoamérica.

Así mismo se destacaron en estos años la Revista cubana de ginecología y obstetricia y la Revista médica latinoamericana, las cuales publicaron muchas de estas investigaciones. De este modo lo relacionado con la sexología comenzó a ganar prestigio en el ámbito médico.

Las nuevas relaciones hacia el sexo fueron atribuidas al industrialismo y la revolución científica, ya presentes en Cuba de forma notable. El que estas estuviesen frenadas por los conceptos tradicionales, no impidió que los cambios acontecidos en el contexto histórico, potenciaran actitudes hacia la sexualidad más afines con las características del período; aunque constituyeran más bien una readaptación de las antiguas formas, ante la perdurabilidad de una moral sexual, separada totalmente de los excesos.

La segunda mitad del siglo XX fue muy diversa en torno a la sexualidad femenina. Los estereotipos tradicionales de década del 50 son reconocidos en las mujeres blancas, ricas y bellas. No obstante ellas interactuaron con cánones promovidos desde el cine, la televisión y el espectáculo. Estos últimos daban una apariencia de mayores libertades sexuales, lo cual no se evidenció necesariamente en la práctica. Resulta muy fácil apreciar que pese a la liberación de la mujer por la educación, los empleos y su incursión en la vida política, los modelos tradicionales perduraban sobre todo en los espacios privados.

La doble función social de las féminas matizó el período. La práctica del sexo por placer generó una contradicción entre modernidad y principios tradicionales. Teóricamente esto les proporcionaba a las mujeres cierta independencia sexual. En la práctica esta fue acompañada por la necesidad constante de ocultar sus consecuencias. Así es como pese a los cambios, ellas no lograron la libertad mental necesaria para desmoronar del todo la superestructura social que imponía los estereotipos conservadores.

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Fuentes Documentales.

Fondos del Archivo Nacional de Cuba:

Fondo Donativos y Remisiones, Fondo de Instrucción Pública.