lunes, 2 de enero de 2012

Masculinidades en jóvenes pinareños: ¿En busca del nuevo hombre?



El libro Macho varón masculino. Estudios de Masculinidades en Cuba(Editorial de la Mujer, 2011) el más vendido en el año 2011 en Cuba

Escrito por Mayra García Cardentey


"Sé hombre", "no llores", "no tengas miedo", "no muestres debilidad", "no te dejes dominar por las mujeres", "no seas homosexual", se escucha una y otra vez, por décadas, por siglos, de legitimación del modelo de "macho, varón, masculino" tradicional.


Hoy Cuba percibe aires de cambio, aunque sutiles y a la vez in crescendo, del patrón de masculinidad hegemónica ancestralmente reconocido y modificado por otras maneras de asumir las relaciones intergénero.Según estudiosos del tema pertenecientes a la Red Iberoamericana de Masculinidades, los avances de las mujeres en la igualdad de oportunidades y derechos, la reconformación del universo familiar, la redefinición del ámbito laboral para ambos sexos y los diversos posicionamientos sobre identidades sexuales, traen a la palestra repensar las virilidades, como las diferentes vías por las cuales posesionarse los hombres en su identidad de género.


Una muestra de estas transformaciones se percibe en estos días en el comportamiento de muchos jóvenes que incorporan desde temprana edad concepciones de género. Pero, a pesar de ello, cohabitan aún, fuertes creencias y actitudes patriarcales, tanto de muchachos como muchachas, que impiden una mayor convivencia con otros tipos de masculinidades que las usualmente representadas.


Con 40 jóvenes entre 18 y 35 años, de ambos sexos, diferentes zonas residenciales, estudios escolares, identidades sexuales y formaciones psicofamiliares... conversó Guerrillero para debatir sobre el tema de qué es ser hombre hoy día.Ser hombres... ¿problema de hombres?Aun cuando hace décadas el mundo dialoga sobre la llamada "crisis de la masculinidad hegemónica", es decir, aquella estipulada por generaciones para el "correcto comportamiento varonil", en Cuba no puede considerarse aún un aspecto mayoritario dentro del debate público.


En el país, especialmente en nuestra provincia, con una preponderancia de la zona rural y, por tanto, de fuertes convicciones tradicionalistas, la educación de los hijos tiene todavía características sexistas en la diferenciación de roles, desde los colores para las ropas de los infantes, hasta los juegos y comportamientos en edades ulteriores. Todo ello referenciado claramente en nuestro grupo de entrevistados.


A los niños se les depara el papel de "no llorar", "defenderse a toda costa", "ser duros, machos", mientras para las chicas les queda el de ser procreadora, "flor bella y delicada", dueñas de los quehaceres domésticos.Pero estos dogmas y actitudes aprehendidos han influido tanto en hombres como mujeres, siendo a veces estas últimas, como demuestran investigaciones recientes, quienes se encargan de transmitir estos patrones machistas de generación en generación.


De ello fue muestra, en varios acápites, el cuestionario aplicado.Cerca del 50 por ciento de los jóvenes varones encuestados admitieron estar cómodos en la mayoría de las ocasiones, con el rol que se les ha otorgado como paradigma de la estructura patriarcal, aunque flexibilizan criterios en papeles tradicionales con los que no están de acuerdo, como el ser padres, proveedores económicos y compartidores de las tareas del hogar.Por otra parte y sorprendentemente, más del 50 por ciento de las chicas entrevistadas, coinciden con algunas características otorgadas a los hombres como las de principal sostén de la casa, encargado de las "tareas duras", de la protección del hogar, decidor, mediador y solucionador de los conflictos y guía de la relación.


De aquí, que, a pesar de reconocer hoy en la sociedad disímiles maneras de asumir la masculinidad por los jóvenes, tanto en formas de vestir, cumplimiento de responsabilidades domésticas, proyección física y espiritual, asunción de preferencias sexuales, estéticas y culturales..., prevalece la construcción androcéntrica de colocar al varón en el eje de todo. Con dinero y sin dinero... ¿sigo siendo el rey?Uno de los principales vericuetos que entorpece las relaciones entre géneros y la asunción de diferentes masculinidades, es el tema de la distribución del trabajo y la dependencia monetaria entre hombres y mujeres.


Más del 65 por ciento de los consultados, con equitativa proporción entre hombres y mujeres, convinieron en estar "más a gusto" con dirigentes masculinos que con femeninas. Adjetivos como "más fuertes", "decididos", y que "logran implantar mayor respeto", "ejercen mayor autoridad" fueron expresiones esgrimidas de manera claramente tradicionalista a favor de los primeros."Mano blanda", "a veces demasiado extremistas con tal de hacerse respetar", "más débiles", conformaron parte de los cuestionamientos en contra de las féminas, muchos de estos puestos en el tapete, contradictoriamente, por las de su mismo género.


En otro aspecto, en el plano de las relaciones de dependencia y/o equidad económica en la pareja, cerca del 90 por ciento de los encuestados masculinos reconocieron sentirse "incómodos" cuando la mujer corre con todos los gastos.Hoy día aunque se asume con más asiduidad el pago a la "americana" (que cada parte abone su consumo o que paguen en dependencia del caudal poseído por cada cual en el momento en cuestión), es muy poco común que los chicos permitan que su acompañante corra con todos los pagos, es una manera de traicionar su virilidad. Incluso cuando esto sucede, la muchacha "le pasa" el dinero al chico, para que al menos, "de cara a los demás", parezca que es él quien paga.


Pero, por si esto fuera poco, las propias mujeres ayudan a afianzar este rol. El 67 por ciento de las entrevistadas reconocen que se sienten seguras y protegidas si tienen de compañero a hombres con una mayor solvencia económica que ellas. "Nadie puede estar conmigo de gratis", "puedo ayudar con dinero, podemos compartir gastos, pero no mantengo a ningún hombre" fueron algunos de los criterios, y so pena de lo que se pudiera pensar provinieron de féminas de diferentes niveles escolares y socioeconómicos.Para ambos géneros, los hombres que asumen estas posturas son catalogados como "chulos" o "mantenidos".


Se le otorga de manera tradicional y machista, el papel de principal proveedor de la casa y la pareja al hombre, con el cual, la mayoría de los interpelados están conformes o al menos, acostumbrados.De ayudantes en casa a bacanes de la vida...La gran mayoría de los consultados coincide en que ambas partes deben colaborar con las tareas del hogar, mas el desempeño rector en las mismas todavía se otorga a la mujer. Con mayor prevalencia en los jóvenes por encima de los 30 años, se definieron criterios tales como "los hombres pueden auxiliar", pero "ellas siguen con el mayor peso en las labores domésticas". Estos criterios lo confirman las propias muchachas, "ellos ayudan, pero no lo hacen igual que nosotras. Prefiero después de todo, hacer las cosas yo, para no ir detrás arreglando lo que hizo".


En este sentido, aún predominan en los jóvenes las diferenciaciones en cuanto a las tareas que cada género puede y debe emprender en el hogar: las muchachas para las de higiene y los muchachos para el mantenimiento de la infraestructura.Masculinidad y proyección sexual...Para los hombres, especialmente los más jóvenes, la sexualidad es un elemento que potencia su personalidad y virilidad, y a la vez un aspecto de sufrimiento y agonía, al "no desempeñar bien su papel". Y aun cuando todavía en la actualidad ejerce un peso fundamental en las relaciones de pareja y en la afirmación de "macho", se percibe en los más jóvenes una experimentación de acciones de mayor riqueza espiritual en su vida íntima.


De ahí que no solo se tomen posturas más sensibles y variadas en los roles de pareja, sino que en la proyección estética se asuman apariencias que antes estaban permitidas solo a mujeres, sin que esto signifique un cuestionamiento de su masculinidad, o al menos la tradicionalmente concebida.


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